A mi entender, la Responsabilidad Social ha servido para poner en el centro al ser humano, considerándolo como un todo y para quien debe servir la economía y no al revés como ha sido hasta ahora.
El comentario anterior surge de una inquietud que me ha seguido por mucho tiempo y que ahora la expongo a la luz pública, a riesgo de cometer un “sacrilegio” o en el menor de los casos un desatino de “un sueño de verano”.
El caso en concreto es que hasta ahora el monto del salario es fijado en términos generales por la productividad obtenida del trabajo realizado, regla o sentencia establecida prácticamente desde el siglo XIX y que se ha convertido en el paradigma para fijar los salarios en prácticamente cualquier organización.
Sin embargo, si nos situamos en aquellos años, la máquina de vapor que vino a sustituir el trabajo humano, su labor era y sigue siendo medida en función de la productividad obtenida por su trabajo. De esta manera y desde entonces la regla para fijar el salario del trabajo humano se equipara también a la productividad obtenida, similar a como se mide el rendimiento de una máquina.
Recordemos también en ese contexto de hace dos siglos que no existía un departamento dedicado al personal, lo más que hubo fue una sección de nóminas a fines de dicha centuria. Cronológicamente después llegó el célebre modelo de “tiempos y movimientos”, que también toma como referencia a la máquina para medir la cantidad de trabajo realizado por el ser humano, siendo este concepto el que se consideró a principios del siglo XX.
Más adelante vino lo conocido como el departamento de recursos humanos, que si bien ya habla del ser humano como tal, lo sigue considerando como un recurso más para la producción. Este concepto sigue perdurando como tal aunque ya se maneja también el término de “Capital Humano”, que toma a la persona como un activo de la empresa.
Este último término implica ya un gran avance al hablar ya del ser humano y que representa un valor monetario; es decir, es un activo y no un pasivo.
Pero todos estos calificativos tienen su origen en la contabilidad y en la economía, pero como lo menciono a un inicio, el ser humano no es un elemento que deba constreñirse dentro de esta nomenclatura.
Este multimencionado ser humano no se deprecia ni se debe medir su rendimiento en términos similares a un artefacto mecánico. Es aunque suene obvio eso: “un ser humano”.
Ahora el cómo medir su rendimiento es la gran pregunta, pero seguramente hay que tomar en cuenta inicialmente que es un ser humano y que necesita unos ingresos mínimos para vivir no solamente sobrevivir, que tiene sentimientos, ideas, días buenos y malos y el trabajo se convierte en una forma de vida. También pueden ser necesarios evaluar aspectos como por ejemplo el ambiente laboral, expectativas de desarrollo personal y profesional, factores que están en función de la misma empresa y que son parte de la Responsabilidad Social de la organización.
En otras palabras y con esto termino: ¿El hombre está al servicio de la empresa o la empresa al servicio del hombre?
Seguiremos platicando …
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