Algo teníamos que decir sobre este multifacético caso que unos han juzgado como una cuestión de libertad de expresión y otros en cambio de espionaje o de seguridad nacional.
No tenemos información suficiente para dirimir si la forma en la que ha llegado la información a la agencia mediática wikileaks se puede considerar un delito de inducción al espionaje, de revelación de secretos que afectan a la seguridad nacional, o quizá, como dice nuestro compañero José Carballido, una trama política para intentar poner coto a las posibilidades que ofrece internet.
Sobre lo que sí podemos opinar es sobre la forma hollywodiense en la que se quiere amordazar a este medio de comunicación, en un intento de limitar unos de los derechos que mejor define a las sociedades modernas, la libertad de expresión. Como decíamos, se están utilizando maneras que parecen propias de un guión de Hollywood para intentar silenciar una serie de informaciones que no se deberían haber generado pero que una vez generadas deben ser conocidas por todos los ciudadanos, porque son éstos los que deben decidir el uso que se les debe dar, otra cosa es que no estén preparados para esa toma de decisiones. En este guión existen enredos sexuales que intentan desacreditar al comunicador que no la veracidad de las informaciones, complots empresariales para extrangular financieramente al medio e incluso interrogatorios propios del thriller psicológico que persiguen alguna confesión impropia.
Es necesario saber cómo actúan los gobiernos o las empresas; porque solo así podremos proponer que se cambien los comportamientos que no sean éticamente compartidos.
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A propósito de wikileaks, como hablábamos hace algunos días, existen sus seguidores y detractores. Yo sigo sin tener una opinión clara al respecto, ya que me parece un tema controvertido, pero para seguir pensando conjuntamente (y ver si se animan nuestros compañer@s de la Comunidad a compartir con nosotros sus comentarios!), precisamente esta semana varias personalidades de han pronunciado al respecto. A mi modo de ver algunos de un modo más razonado y argumentado que otros, pero sin duda nos hará reflexionar.
En primer lugar, el filósofo Fernando Savater analiza en su artículo "Transparentes abusos" la "cara b" de la aparente "transparencia" que pretende Assange, a quien tilda de confundir la transparencia de gestión con la de opinión como "parte de la actual imbecilización social".
Por otro lado, Vargas Llosa, al hilo de este artículo de Savater, reflexiona acerca de Lo privado y lo público. En un artículo en el que bautiza a Assange como el "Oprah Winfrey de la información", alerta del peligro de perder ese espacio de los privado en una sociedad del espectáculo en la que las fronteras entre espacio público y privado "prácticamente han ido desapareciendo" [...] "en un strip tease generalizado en el que nada ha quedado ya a salvo de la morbosa curiosidad de un público deparavado por la frivolidad".
En el otro lado se ocultan bajo la máscara de Anonymous (poco transparente por su parte, no?) un grupo de activistas en la red, sin líderes, sin nombres, sin portavoces, que apoyan la batalla de Wikileaks, que dicen luchas por la transparencia, la libertad de expresión y los derechos humanos.
En fin, la polémica está servida, pero más allá de esto, creo que es un debate fundamental desde el punto de vista ético. ¡Queda abierto!
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