El caso es que la reacción de los jóvenes en las redes sociales fue tal que El País ha pedido a Irene Milleiro que haga una segunda entrada sobre este asunto. Irene es Directora de Campañas de Intermón Oxfam y conoce muy bien el terreno que pisa. Así Jóvenes, inquietos e indignados analiza los rasgos de "la generación más preparada de este país. Tienen amigos de colores diferentes y nos están haciendo menos racistas. Con las redes sociales se pasan por el forro las barreras de clase o estatus y le plantan su opinión en tiempo real a quien haga falta, sea Bisbal u Obama. Son generosos: comparten gratis su música, sus series, sus consejos sobre el mejor ADSL, sus opiniones sobre hoteles o restaurantes. Quejándose públicamente del mal servicio obligan a las empresas a mejorar".
¡¡¡Jóvenes de la Comunidad ÉTNOR!! Haceros oir!
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Hola Carmen
No tengo una explicación clara de porque se dicen ciertas cosas que calan en la opinión pública y hacen daño. Mi comentario parte de un hecho, y no es la única vez que este tipo de referencias se hace desde espacios públicos. ¿Verdad que a nadie le es extraño el comentario que hacía Mª José? Me cuesta creer que la reiteración es una casualidad. No tiene porque existir una planificación maliciosa para que exista una reiteración voluntaria.
Lo que si veo claro es que el mundo adulto no esta sabiendo, hasta el momento, manejar la situación actual y que no es nada común encontrar invitaciones a la participación de los jóvenes en la resolución de un problema que es de todos, más si cabe suyo.
Hola Raúl!
La verdad es que no puedo estar más de acuerdo contigo ¿Por qué se exige a los jóvenes una indignación mayor que la que debería tener cualquier adulto? ¿Por qué se cuestionan los valores de los jóvenes cuando hay carencia de esos valores en toda la sociedad? Irene Milleiro, de Intermon, destaca en su artículo que los jóvenes se movilizan “ni más ni menos” lo mismo que el resto de la población ante las injusticias. También destaca que el 54% de los jóvenes no tiene proyectos ni ilusión. “Con lo que les hemos dejado, bastante es que un 46% sí los tiene”, apunta Irene.
Dicen que los jóvenes no luchamos por un consumo responsable, por un comercio justo, por un desarrollo sostenible ¿luchan nuestros padres, madres, profesores, líderes políticos, empresariales o los medios de comunicación? Pues los hay que sí, y los hay que no, lo que está claro que entre los modelos a seguir predominan unos ideales que son los que muchos jóvenes imitan o aspiran a conseguir: dinero, fama y poder.
Pero tengo que repetir, que como es muestra este foro, cuando se nos da la palabra y se nos invita a reflexionar (ya no sé si estoy en ese grupo de “jóvenes” o no J Estoy en el límite de edad, creo….pero me incluyo), tenemos mucho que decir, y lo que está en juego es nuestro futuro, y el de nuestro hijos. Muchos de los que han causado esta crisis, de valores, económica y medioambiental, no sufrirán sus efectos. Pero lo sufrirán sus hijos. Una vez oí a alguien decir que si las personas que hicieron negocio con la venta de sus pisos, comprando barato y vendiendo más caro para comprar una casa más grande, supieran que estaban hipotecando la vida de sus hijos, que nunca podrían optar a comprar un piso propio, lo hubieran pensado dos veces.
Hay algo que de verdad me ha dejado un poco fría, y es lo que comentas Raúl de la “evidencia que la sociedad tiene interés en que cale una imagen devaluada y criticable de la juventud”. La verdad es que me cuesta entender la razón de porqué se querría hacer algo así, pero de ningún modo podemos dejar que esto sea así. Existe fracaso escolar, existe un porcentaje de los jóvenes que ni estudian ni trabajan, pero la gran mayoría de los jóvenes, tienen vocación por profesiones que algún día serán, si les dejan, son voluntarios o lo serán, pertenecen a asociaciones y partidos políticos, y se indignan y mucho ante el mundo que los adultos les han dejado.
Y además, lo más triste es que estos llamados “ninis”, o la multitud de estudiantes con fracaso escolar que no optan ni a los niveles básicos de educación, están abocados a la infelicidad, a no tener nunca la gratificación del trabajo bien hecho, no han aprendido los valores del esfuerzo, la vocación, el saber que sirven para algo, que tienen capacidades y que pueden hacer algo importante para los demás y para ellos en la vida. Y eso no es un problema suyo, ni sólo de sus familias, es un fracaso de la sociedad.
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