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José Ignacio Torreblanca: “Europa ha llegado a la crisis de Ucrania tarde y mal”

José Ignacio Torreblanca, Director en Madrid del European Council on Foregin Relations, ha analizado esta semana la cuestión de la fragmentación del poder europeo, título de uno de sus libros, en el Seminario de la Fundación ÉTNOR de Ética Económica y Empresarial.


Torreblanca empezó su intervención haciendo referencia a la crisis actual de Ucrania, a la que tenemos –afirmó- “la sensación de haber llegado tarde y mal”. Una sensación que, para Torreblanca, puede ser reflejo de la manera de ser y hacer que tenemos en Europa y que es diferente a la del resto del mundo. “Una apacible diplomacia europea frente a ese poder duro de EE. UU. o de Rusia.” “No somos capaces de jugar a ese juego porque tenemos una ética y creemos en unos principios y unos valores que no estamos dispuestos a ceder a cualquier precio. De ahí la perplejidad que nos provoca Putin cuando se enfada y arranca un trozo de un país y se lo queda”, afirmaba el ponente.


Un modelo social que nos configura y que correlaciona con un modelo de principios y valores que para unos es un lastre pero para otros un activo, “porque ese mínimo social es el que te permite innovar, genera cohesión social, etc. como muestran los estados escandinavos. Tenemos un gran debate crucial entre cuál debe ser la relación exacta entre globalización y Estado del bienestar. Y hay que lucharlo, porque no queremos estar en el mundo como los demás. Nuestra identidad, nuestra ética, parte de que queremos sociedades abiertas, cohesionadas y democráticas. Por tanto, si el precio de estar en la globalización es aceptar esas normas de los demás es difícil hacerlo”.


Torreblanca habló de las debilidades del proyecto europeo, entre las que destacó las bajas tasas de natalidad y el envejecimiento de la población “cómo hacer Europa sin europeos”. Y las actitudes inadecuadas hacia la inmigración teniendo en cuenta este problema. La dependencia energética o la falta de identidad europea. “Y también la pérdida del gran atractivo que ha tenido la Unión Europea para transformar el mundo o su vecindad con esta lógica de expansión. Hemos perdido la confianza en nuestra capacidad de integrar a más gente. Muchos nos hemos sentido halagados de que hubiera gente en las barricadas de Kiev sosteniendo la bandera europea, pero eso no se ha traducido en un “vengan ustedes, les acogeremos”. Es un sentimiento incómodo”, sentenciaba el ponente.


Pero Torreblanca quiso acabar su intervención en positivo, hablando de las potencialidades de Europa, “podemos ser optimistas ante Europa como actor y como proyecto. Porque sigue siendo la zona de prosperidad más grande del mundo. Sigue siendo una superpotencia económica, lo que es una fuente de poder y atracción sobre los demás”. A lo que añadió “tenemos partes importantes de ese software que gobierna el mundo. La arquitectura pública de EE. UU. sigue siendo una imitación de Grecia. Pero para eso no hay patente ni derechos de autor y los griegos no cobran cada vez que una democracia funciona en el mundo”.

“Tenemos cien mil diplomáticos europeos frente a los 60.000 de EE. UU, 30.000 embajadas repartidas por el mundo. No es un problema de medios. El problema de Europa no es su ausencia de poder sino la manera en la que lo ejerce y la mentalidad errónea con la que construye su visión del mundo. Puede parecer infantil decir eso de que la unión hace la fuerza, pero es la divisa de la Unión Europea, y no se toma en serio ni mucho menos”, concluyó.

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