La meta de la economía y la empresa: construir una buena sociedad, fue el título bajo el cual Adela Cortina, Directora de ÉTNOR, y Jesús Conill, Patrono de ÉTNOR, y Catedráticos ambos de Ética en la Universitat de Valencia, inauguraron el XX aniversario del Seminario ÉTNOR de Ética Económica y empresarial.
Precisamente como destacó Cortina, “la meta de la economía y la empresa es lo originario, lo que hemos tratado de determinar durante 20 años. Esa era la idea, pero como decía Hegel, la idea es la idea y su realización, y esta idea no se realizado”.
En primer lugar, Jesús Conill centro su argumentación en la importancia de “pensar a fondo para sacar el sentido originario de la actividad económica y empresarial”. Es decir, lo qué es la empresa y la economía, su marco teórico, y la meta de las mismas, su para qué.
En este sentido, explico el ponente, es importante tener en cuenta que la empresa es “un operador dentro de un contexto económico concreto”, y la economía “una actividad humana que desde sus orígenes ha tenido siempre el sentido de construir una buena sociedad en cada una de sus épocas, desde Aristóteles hasta el inicio de la modernidad. En tiempos de Aristóteles, la economía tenía dos finalidades: por un lado, la satisfacción de las necesidades; y por otro, la finalidad más propia del bien de la ciudad, de la sociedad en el sentido tradicional: el bien común”.
Estos elementos, como destacó el ponente, “sabemos todos que están ahí, pero necesitamos revitalizarlos, volver a ponerlos sobre el tapete”. Conill recordó para ello dos conceptos básicos en la economía Aristotélica: la oiconomia, al servicio de la satisfacción de las necesidades y al servicio del bien común, y la crematística, que se ocupaba de la satisfacción de los deseos ilimitados.
Con la irrupción de la economía moderna se introducen importantes cambios en este sistema, pasando de una ética holista a una ética pública moderna contractualista, y por ende individualista, donde todo funciona por pactos basados en la idea del individuo como centro de todo. “Pero con lo que no rompe la economía moderna es con el marco de que la finalidad última de la misma sigue siendo construir una buena sociedad. La economía moderna nace y prosigue de esta idea central”. La cuestión es que lo que ahora se considera necesario para crear una buena sociedad es el intercambio para la satisfacción de los deseos de los individuos.
Conill utilizó un ejemplo muy directo para entender la necesidad de cuestionar y pensar a fondo sobre el sistema económico. “En economía –afirmo el ponente- nos pasa como si en el debate de la pena de muerte sólo discutiéramos sobre que método es mejor o peor aplicar pero no nos cuestionáramos nunca acerca del sentido de la pena de muerte en sí. Así en economía discutimos sobre los mecanismos: subir los precios, bajarlos, etc. Pero, ¿para qué? Es necesario pensar sobre el horizonte de la economía, no dar por supuesto su sentido. Es importante pensar sobre las instituciones económicas, más allá de los sistemas económicos. Porque si algo hemos aprendido es que ni sólo el Estado ni sólo el mercado son por sí suficientes. Ambas instituciones son necesarias para determinadas finalidades, que pueden ser cubiertas mejor o peor por una u otra, pero ninguna institución sola puede resolver los problemas para crear una buena sociedad”.
“El gran aprendizaje de la meta de la economía -concluyó Conill- tiene que dar este paso a la reflexión por la institución económica. Y reconocer que la economía ha sido siempre economía política, o ético-política, por lo que lo que hay que debatir es qué economía ético-política queremos para construir una buena sociedad”.
Por su parte Adela Cortina repasó los elementos explícitamente éticos que se han ido gestando en estos 20 años y que han ido haciendo aflorar la ética como una parte fundamental de la empresa:
1. Códigos éticos, auditorías éticas y observatorios de la calidad ética de las organizaciones. Cuestiones que apenas existían hace 20 años, y que han ido extendiéndose, no sólo en empresas sino también en organizaciones de todo tipo.
2. Códigos de buen gobierno.
3. Banca ética, banca solidaria, inversión socialmente responsable, fondos ecológicos, etc. Hoy existen muchas modalidades de esta alternativa económica y financiera basada en la libertad de los clientes de querer invertir en empresas con determinados valores.
4. Comercio justo.
5. Consumo responsable.
6. La fuerza de los Recursos Humanos como base de la economía del conocimiento.
7. Empresa ciudadana, incardinada en un ámbito social y que los ciudadanos ven como parte suya.
8. Economía y ética del desarrollo humano, ligado a las empresas. Los Objetivos del Desarrollo del Milenio no funcionan si las empresas no colaboran.
9. Microcréditos.
10. Responsabilidad social –RSE-. Que ha experimentado un auténtico boom en los últimos años. Hace 20 años ni existía.
11. Empresa y Derechos Humanos. Un tema central, pues desde la ONU se han dado cuenta de la potencial violación de los DD.HH de las empresas, pero además de la enorme influencia de las mismas para cambiar las leyes de un cierto país.
12. Estudios sobre la rentabilidad de la asunción de la RSE en las empresas, que cada vez son más.
13. Formación de profesionales en las empresas para ser buenos profesionales, y que tendrían que tener el sentido de ser buenos ciudadanos.
14. Cohesión social. El mercado es un mecanismo necesario para la asignación de recursos pero no suficiente para que funcione la economía. Tiene que estar en un entramado para que además de ser eficiente sea justo, y además para que el mercado funcione es fundamental la cohesión social. En un ambiente crispado ni siquiera la economía funciona.
15. La economía necesita de la retórica, porque los seres humanos somos fundamentalmente “animales cuentacuentos”. El contar una historia es fundamental también para la economía, y “los que dicen que lo que no son cuentas son cuentos no tienen ni idea. Hay mucho de cuento en eso de las cuentas –apostilló Cortina-”. En la empresa y en la economía se tiene que dar una narrativa, una imagen, contar una historia, sintonizar con los intereses de las gentes. Aunque no sólo con ello se vayan a solucionar las cosas.
Así Cortina concluyó que “todos estos elementos hoy en día están en la calle y son irrenunciables e irreversibles. Lo cual quiere decir que la historia la hacen los seres humanos. Podemos incidir y podemos abrir nuevos caminos, podemos reforzar unas ideas que nos parezcan que van a crear una buena sociedad, porque la ética es al fin y al cabo un tema de innovación”.
Para ello, afirmó la directora de ÉTNOR, “en el XX Seminario vamos a tratar de ver esos lados que nos parecen que valen la pena fortalecer para crear una buena sociedad: el emprendedor del siglo XXI, el futuro de la protección social, la reforma de las pensiones, la educación, los valores vigentes en nuestra sociedad, etc.”
“Y otro asunto fundamental siempre, y en el que no vamos a dejar de reflexionar es el asunto de qué quiere decir ética y qué empresa, porqué no cualquier modelo de ética y de empresa nos sirve para crear una buena sociedad”.
Así Cortina concluyó con el modelo de ética y el modelo de empresa que desde ÉTNOR se va a seguir potenciando y trabajando.
Una ética que no es:
1. sólo de los individuos, sino de las organizaciones.
2. sólo del interés, sino del interés universalizable.
3. sólo de la convicción, sino también de la responsabilidad por las consecuencias de las decisiones que toma.
4. Y que no es sólo convencional, que piensa solamente en las normas de un grupo, sino que piensa en las normas de toda la humanidad, y por lo tanto es postconvencional
Pero la empresa también ha cambiado. Podemos distinguir tres tipos de empresa que han venido acompañándonos todos estos años y que Jesús Conill describe en su tercera parte del libro Horizontes de Economía ética:
1. La que entiende que la economía y la empresa se rigen por la maximización del beneficio económico; la racionalidad del llamado homo economicus. Pero como afirman varios premios Nobel de Economía, el homo economicus ha muerto, no existe ese hombre al margen de todo lo social y humano.
2. El hombre que viene a sustituir a este homo economicus, es el homo reciprocans, recíproco, dispuesto a dar y recibir. El hombre del mundo moderno, la clave de nuestra economía y nuestra política, el del contractualismo.
3. Pero existe un tercer modelo de empresa, que engloba a los otros dos y los supera, que es la del hombre que no sólo es recíproco, sino que es capaz de darse cuenta de que hay cosas que valen por sí mismas que hay que tenerlas en cuenta, no se les puede dañar, y además hay que cuidarlas, aunque no haya retorno en ello. La empresa que se de cuenta de esto tendrá muchos más recursos morales y mucho más retorno. Y esta es la empresa por la que debemos seguir trabajando.
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