Existe una frase poco conocida de Adam Smith, la cual dice que es necesario “civilizar la civilización humana”, lo cual tendrá como consecuencia que se ponga en marcha la muy mencionada “mano invisible”. Y la pregunta es: ¿Qué hacemos como sociedad para civilizar y civilizarnos?
Más allá del ámbito estrictamente económico, de alguna manera se pone en marcha esa mano invisible a través de distintas leyes o instituciones, desde aspectos que pueden sonar muy sencillos como las reglas de tránsito; que sin haber un policía en cada esquina respetamos las reglas del semáforo; o bien puede ser nuestro comportamiento en un lugar público en donde si bien no hay reglas formales emitidas por alguna autoridad, tenemos una conducta adecuada que nos fue enseñada en casa o en la escuela, reglas o normas no escritas de “convivencia social”.
Estas normas no escritas y que ponemos en práctica, son de nueva cuenta esta “mano invisible” en acción. Pero: ¿Qué hace que funcione esta mano? La respuesta creo es la educación en cuanto a la convivencia social, y esa viene a ser la Etica, así con mayúsculas.
Una ética tanto en lo formal o institucional, como en la cotidianeidad; en el reconocimiento de nuestra vida en sociedad en el más amplio sentido del término. Me explico.
Tanto en México como en muchos países, desde la niñez en la escuela se dan clases de civismo, el cual se restringe o limita a conocer la Constitución política de un país, y se habla de derechos y obligaciones, lo cual está bien pero no considero sea suficiente. El que se aprendan de memoria dichos derechos y obligaciones no nos convierte en automático en buenos ciudadanos.
Por lo tanto se requiere explicar y hacerle comprender al alumno lo que significan esos derechos y obligaciones, que implican una responsabilidad social no para nuestra relación con gobierno, sino en relación a una mejor convivencia entre todos los miembros de la sociedad, tanto en la escuela, la calle, o en el hogar mismo.
Adicionalmente se requiere en el seno mismo de la familia poner en práctica la ética, el respeto y el reconocimiento de los demás, y que como personas todos debemos respetarnos, y tener conciencia de nuestra responsabilidad social, es decir, estar conscientes que tanto lo que se habla como lo que se hace, tiene una repercusión en el ámbito social en el que actuamos.
La enseñanza, aplicación y puesta en práctica de los valores de convivencia social y que no están escritos en ningún código, son posiblemente las bases para “civilizar a la civilización humana”, como lo dijera Adam Smith.
Por lo anterior, la Responsabilidad Social Empresarial debería ser una consecuencia de una profunda enseñanza de la ética o de los valores antes mencionados.
Hay que recordar, aunque suene obvio, que las empresas están conformadas y dirigidas por seres humanos, no son entidades autónomas gobernadas por alguna entelequia que busca su alimento solamente en las utilidades, siendo su fin último la maximización de estas.
Por lo tanto la Responsabilidad Social Empresarial, gubernamental y en cualquier otra organización humana, se podrá expandir y aplicar mejor, en la medida que sus miembros sean educados desde niños en la importancia de una mejor convivencia social, de tener conciencia de su actuación ética en el mayor de los sentidos.
Seguiremos platicando ….
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