Cada vez con más claridad podemos reconocer cómo se propone el diseño de productos como vía para el emprendimiento. Una propuesta irresponsable de quien la hace en esos términos.
Cuando se diseñan productos estamos trabajando sobre una parte de la empresa exclusivamente. Creamos herramientas vacías de objetivos que esperamos provoquen una demanda o tengan la suerte de encontrarla, pues suelen ser construcciones desde la oferta. Propuestas distantes del conocimiento de la necesidad y carentes de un objetivo que le aporte coherencia, resiliencia y capacidad de desarrollo.
Foto - Sasha Asensio
Una cosa es contrastar los puntos más problemáticos de un proyecto antes de invertir grandes esfuerzos en él, sondear el mercado o testar mi producto, por ejemplo, y otra es sólo hacer eso.
Crear una empresa es iniciar una carrera de fondo. Es un esfuerzo de largo recorrido que persigue un objetivo. En la empresa social este objetivo contiene tres valores. No existe empresa sin objetivo, sin un equipo humano, un modelo de gobernanza y unas herramientas para conseguirlo. Cuando sólo nos centramos en las herramientas estamos diseñando productos y eso tiene consecuencias:
Foto - Sasha Asensio
Crear empresa es mucho más que crear producto.
Crear empresa es crear en el largo plazo, es crear desde el territorio y la necesidad.
La empresa es más resiliente cuanto más claro tiene el objetivo y mejor situa a la herramienta como tal. Una empresa que no es capaz de rehacerse, de adaptarse al mundo y a las posibilidades que éste aporta para alcanzar el objetivo está llamada a morir joven o en el mejor de los casos vivir en una decadencia continuada hasta la extenuación.
Diseñar producto, como todo proyecto, está apoyado en una cultura del corto plazo que persigue el beneficio y no la generación de riqueza, construye negocio, no empresa.
Nittúa
Raúl Contreras
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