Quiero compartir con vosotros un excelente artículo de Borja Vilaseca escrito en El País hace dos días y en el que resume estupendamente el vídeo "La historia de las cosas",para los que no lo hayáis visto, tenéis que verlo antes de la próxima compra!!
"Las empresas globales no tienen futuro si el planeta Tierra no tiene futuro" (Ryuzaburo Kaku)
BORJA VILASECA 20/02/2011
El denominador común de la mayoría de nosotros es que trabajamos para sobrevivir, consumiendo los productos y servicios que nos venden las organizaciones que forman parte de nuestra sociedad. De hecho, dado que nuestras vidas se asientan y se desarrollan sobre un sistema monetario, las empresas no nos ven ni nos valoran ni nos tratan como seres humanos, sino como empleados, clientes y consumidores. Es decir, como medios para lograr la que en estos momentos es su finalidad última: garantizar su "supervivencia organizacional", incrementando año tras año sus beneficios económicos.
Y es precisamente esta acción de compraventa de bienes lo que permite que el sistema monetario se perpetúe. Si bien la cantidad y la calidad de nuestras compras están condicionadas por nuestra posición y nuestro salario, para que la economía no se desmorone es necesario que todos sigamos consumiendo. En otras palabras, el fin del consumo significaría el principio del colapso del sistema.
Pero ¿de dónde salen todas las cosas que compramos? Para responder a esta pregunta es necesario comprender cómo funciona la denominada "economía de los materiales", un proceso compuesto por varias fases. La primera es la extracción, que en realidad es un eufemismo, pues consiste en explotar los recursos naturales, que a su vez es una manera elegante de referirse a la destrucción de la naturaleza. Estamos talando, minando, agujereando y destruyendo el mundo tan rápido que algunos ecologistas sostienen que la humanidad es el cáncer del planeta Tierra.
La segunda fase es la producción. Y consiste en usar diferentes fuentes de energía para mezclar los recursos naturales extraídos con una serie de componentes tóxicos, a partir de los cuales se fabrican muchos de los productos que consumimos habitualmente. Y dado que a muchas empresas les trae sin cuidado el impacto que tienen estos químicos sobre nuestra salud y sobre el medio ambiente, siguen utilizando este tipo de sustancias dañinas, que en general suelen reducir notablemente sus costes de producción. De momento, el parche que el ámbito empresarial está poniendo a este asunto es trasladar sus fábricas a países en vías de desarrollo.
La tercera fase es la distribución, cuyo objetivo es vender todos estos productos manufacturados lo más deprisa posible. Al haber deslocalizado el sistema de producción -contratando mano de obra muy barata-, la logística mercantilista actual se ha convertido en uno de los procesos más contaminantes e insostenibles de nuestra economía.
Sea como fuere, da lugar a la cuarta fase: el consumo. Sin duda alguna, se trata del corazón que bombea la sangre que mantiene con vida al sistema monetario.
Con la finalidad de incrementar sus ventas y, por tanto, sus beneficios, las empresas suelen tomar decisiones movidas por su instinto de supervivencia, marginando la ética y la responsabilidad social corporativa. De hecho, muchas organizaciones cuentan con un departamento de diseño industrial, encargado de que todos sus productos se elaboren con materiales baratos y de mala calidad, de manera que tengan un tiempo de vida determinado. La consigna es "diseñado para ser desechado". Esto es obvio si pensamos en las bolsas de plástico o los tetrabriks de cartón. Sin embargo, también ocurre con muchas de las cosas que consumimos.
En estrecha complicidad y colaboración con los fabricantes, los objetos que compramos están diseñados y elaborados de forma intencionada para que se rompan, descompongan o dejen de funcionar rápidamente, coincidiendo con la expiración del periodo de garantía. En general, el hecho de que de pronto se nos estropee el móvil, el ordenador, la cámara digital o la televisión no es un accidente. Es el resultado de una estrategia de fabricación bien pensada, que en el ámbito empresarial se denomina "obsolescencia planificada".
Esta es la razón por la que la gente que lleva más tiempo viviendo se sorprende al constatar cómo los productos de hoy, supuestamente producidos mediante procesos y mecanismos alineados con los últimos avances tecnológicos, duren muchísimo menos que los fabricados hace cincuenta años. Es frecuente escuchar la comparación que se hace entre los coches contemporáneos y los automóviles de los años cincuenta, muchos de los cuales siguen transportando a personas en países como Cuba. A diferencia de antaño, el mundo de hoy se ha convertido en un negocio, en el que las empresas se las ingenian de todas las maneras posibles para conseguir que el ciclo del consumo se perpetúe.
Sin embargo, ni siquiera a través de esta estrategia el nivel de consumo alcanza los ratios necesarios para lograr la autopreservación de las organizaciones y, en consecuencia, del sistema económico sobre el que estas operan. De ahí que las empresas, por medio del marketing y la publicidad, motiven a la sociedad a comprar, desechar y reemplazar sus bienes de consumo a un ritmo cada vez más acelerado. El objetivo es infundir en los consumidores el deseo de poseer productos más nuevos, un poco mejores y un poco antes de lo necesario. A este fenómeno psicológico se le denomina "obsolescencia percibida".
Curiosamente, la propaganda de la sociedad de consumo actual ha llegado a convencernos de que, llegado el caso, desechemos objetos que todavía son perfectamente útiles. Es decir, de que tomemos decisiones alineadas con nuestros caprichos y deseos, dejando en un segundo plano el sentido común, que es el que nos permite utilizar el dinero para saciar nuestras verdaderas necesidades humanas. La paradoja es que el deseo nos enchufa a una ficción construida sobre lo que no tenemos, impidiéndonos valorar y disfrutar lo que sí está a nuestro alcance.
La quinta y última fase de la "economía de los materiales" es la eliminación. Es decir, el proceso de destrucción de las toneladas de basura que acumulamos cada día. Actualmente, lo más común es incinerarla o enterrarla, lo que a su vez contamina y daña gravemente la salud del planeta. Aunque el reciclaje está en auge, todavía está lejos de poder solucionar este problema. Más que nada porque se estima que de todos los materiales que intervienen en el proceso de extracción, producción, distribución y consumo, tan solo el 1% sigue estando en uso seis meses después de ser vendido. Es decir, que el 99% restante se transforma en basura, provocando que el mundo esté convirtiéndose, lenta pero paulatinamente, en un gran estercolero.
Dada la ineficiencia e insostenibilidad de esta "economía de los materiales", cada vez más sociólogos y economistas están alzando la voz para afirmar una verdad incómoda: que si bien el sistema monetario -a través de la necesidad de un consumo cíclico- genera crecimiento económico, lo está consiguiendo a costa de la insatisfacción de la sociedad y la destrucción del planeta. Sorprendentemente, cuanto más infelices somos, más consumimos. Y cuanto más consumimos, más infelices somos. Esta paradoja seguirá gobernando nuestro estilo de vida mientras no cuestionemos los fundamentos del "viejo paradigma económico", que nos vende la gran mentira de que el materialismo nos conduce hacia la felicidad.
En paralelo, uno de los grandes retos que propone el "nuevo paradigma económico" es que adoptemos la filosofía del "consumo consciente". Es decir, comprar lo que verdaderamente necesitamos (y no lo que la publicidad me hace desear), al tiempo que desarrollamos una mayor conciencia ecológica, informándonos acerca de si lo que consumimos se fabrica respetando el medio ambiente. Como consumidores, lo mejor que podemos hacer es apoyar el consumo ecológico en toda la gama de productos y servicios que ofrece en la actualidad.
Y es que para que las organizaciones trasciendan su instinto de supervivencia, primero hemos de cambiar individualmente nuestra manera de consumir. Es decir, dejando de hacerlo por impulsos y comenzando a movernos por valores. Y esto es algo que forma parte de una ley económica inmutable: las corporaciones empresariales no se preocupan hasta que lo hacen primero los consumidores. Cuanto más se despierte esta consciencia en la sociedad, más rápidamente deberán cambiar y evolucionar las organizaciones para adaptarse y sobrevivir económicamente. Lo queramos ver o no, la revolución está en nuestras manos.
Fuente: http://www.elpais.com/articulo/carreras/capital/humano/Consumo/inso...
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Gracias María por el vídeo...muy ilustrativo :-)
Saludos,
Muchas gracias por compartir tu reflexión con nosotros, Carlos. La cuestión ahora es actuar! ¿Qué medidas tomamos en el día a día para ahorrar energía, agua, para consumir de otro modo? En este foro estamos hablando de algunas alternativas...lo que ya no sé es dónde!! Tenemos tantos debates abiertos que no doy abasto, pero alternativas hay, y lo que tenemos que hacer es primero: conocerlas, segundo: usarlas, tercero: difundirlas. Uno a uno es difícil cambiar las cosas, pero hemos de aportar nuestro grano de arena, y sobre todo no contribuir a cosas que nos parezcan injustas.
Un saludo,
Me ha encantado este artículo ya que comparto al 100% sus conclusiones. Hace bien poco discutía a través de facebook a cerca de la energía nuclear, por todo el tema de Japón. Que se va un poco del tema que toca el artículo, pero a mi me parece exactamente lo mismo.
En la conversación, el otro interlocutor defendía que el futuro está en la energía de fusión (nuclear) y no en la de fisión que es la que contamina hoy en día... Pero yo lo que me pregunto es si realmente necesitamos tanta energía para vivir, tanta como para poner en riesgo las vidas de millones de personas, si hay que exprimir tanto el planeta o ¿es la pura codicia y el consumismo humano el que nos lleva a todo esto?
Copio aquí parte de mi respuesta a la citada conversación que se desviaba un poco y tiene que ver tenía con el artículo: "(...) a vegades, per a conseguir avançar en els aspectes positius, els que manejen el cotarro (siguen de dretes o esquerres, tots fan por hui en dia) traspassen les línies necesaries. Es a dir: necesitem avançar, per supost, però no deuríem avaçar conforme ells volen. Hui en dia tot està montat així: cada 2 anys hem de cambiar d'ordinador, cada 10 de cotxe, etc... perque queden obsolets? si, però perque ho fan per a que quede així, per anar esgotant i esgotant i comerciant. Hi ha avanços suficients pet a tidnre a casa l'ordinador que tindrem d'aci 10 anys hui en dia, però si mentre aplega aquest podem gastar-nos la pasta en 5 ordinadors cada cop millors... donç perqué han de donar-nos el aquell directament? perqué han de donar-nos de primeres una conexió a internet mes ràpda i barata si poden fer-ho lentament i cobrant-nos una pasta... Perqué no deixar que ens barallem per si descarregar música i pelicules gratuïtament es ilegal o no, o atempta contra la cultura, si mentre ho fem ells conseguisen el seu proposit (vendrens un ADSL a alt preu i que no proteste ni Deu). Perqué passar a utilitzar energíes segures i difundir-les ja, si poden tindre a la societat sumergida en mig del pànic i controlar els mitjans de comunicació per tal de que així siga, i mentre anar fent ells el que volen? Per interesos, i au. Ens n'hem anat per les rames, si, però tot va lligat. A mi el que em fot es això, la gent que controla, que coses que es podríen evitar moltes vegades, no s'eviten per interesos, monetaris sobre tot."
Al fin y al cabo todo está ligado, ya sea la producción de bienes materiales, la energía que consumimos... todo. Y realmente como concluye el artículo, "la revolución está en nuestras manos", pero lamentablemente hasta ahora hemos vivido tan cómodos que no nos hemos preocupado de nada. Veremos si esta crisis al final trae consigo una parte positiva, si es el empujón que nos hace falta a la gente para darnos cuenta de que las cosas no deberían funcionar así y no solo porque nos han llevado a la ruina económica...
El siguiente artículo de Borja Vilaseca nos explica con suma claridad y de forma directa como gracias a las empresas y a nuestro “consumo inconsciente”, el comprar por comprar y no por necesidad, estamos explotando y acabando con los recursos naturales de nuestro planeta y, por lo tanto, con él. Esto deberíamos tenerlo en cuenta más a menudo porque si la Tierra se extingue la humanidad va con ella. Por ello, deberíamos hacernos conscientes de las repercusiones que tiene este “viejo paradigma económico”, en el cual muchas personas pensaban que cuanto más cosas materiales tenían más felices iban a ser, y pasar al “nuevo paradigma económico” donde encontramos el “consumo consciente”, es decir, no porque más cosas materiales tengamos seremos más felices, más bien al contrario, ya que cuanto más tenemos más queremos tener y nunca tenemos suficiente y esto nos crea una sensación de insatisfacción. Las personas debemos hacernos conscientes de que las empresas sólo buscan su propio interés, generar y aumentar sus beneficios, sin importarles las repercusiones que pueden tener sobre el planeta sus explotaciones, como bien nos explica Borja Vilaseca en su artículo cuando nos habla de que el mercado mundial se basa en un crecimiento cíclico.
El video adjuntado en el que se basa el artículo es muy interesante, yo ya lo había visto y me parece que está todo claramente explicado. Aquí os dejo el link de otro video que también abarca el tema.
Un saludo.
Gracias Borja y Cecilia por vuestras reflexiones!! La verdad es que me pareció un muy buen análisis del vídeo, y tienes razón Cecilia que a veces en la prensa se nos escapan artículos tan interesantes y precisamente este foro tiene como objetivo poder compartirlos con vosotros. Por supuesto os invito a que si veis alguno interesante lo colguéis para debatir sobre él.
Estoy de acuerdo con lo que dices de que persona a persona es muy difícil conseguir un cambio en los modelos de consumo. Por supuesto que los que tienen más poder, como son empresas y gobiernos, tendrían que liderar los movimientos de cambio, pero no olvidemos nunca que los consumidores tenemos un papel muy importante. El problema es que entorno al consumo no nos "unimos" en el sentido de asociarnos para producir un cambio. Por lo menos seamos conscientes que detrás de una decisión de compra hay efectos y consecuencias paras los productores, para el medio ambiente, para un sin fin de cosas. Pero sí, a mayor poder mayor responsabilidad. También en nuestra faceta de ciudadanos a través del voto podemos ejercer presión, aunque bueno, las alternativas políticas dan para otro debate!
Un saludo a los dos,
Este es un tema que las empresas deberían tener en cuenta a partir de ahora. Borja Vilaseca lo expone de la manera más directa y real. Las empresas cada vez están separándose de la barrera de la responsabilidad y poco a poco van dejando sus intereses económicos en primera instancia. Hiriendo el medio ambiente, aspectos culturales e incluso humanitarios. El mercado mundial es un engranaje que nunca parara de autoalimentarse ya que detrás estamos todos nosotros que consumimos sus productos sin muchas veces preguntarnos como seria nuestra vida sin esos productos.
Me parece interesante la contraposición que propone Vilaseca al afirmar que el mercado mundial se basa en un crecimiento cíclico que genera beneficios a costa de muchos aspectos negativos como la insatisfacción o la destrucción del medio ambiente y por ente el planeta.
Las empresas deberían percatarse de esto y ser mucho más consecuentes con todos sus actos porque el planeta tierra es nuestro único amigo y nuestra esperanza.
Podría recomendar la película Wall-E que si más bien no trata el tema del consumismo si trata de forma esperanzadora el hecho de la degradación del planeta tierra y de como tenemos que cuidarlo.
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