Me piden en una publicación que escriba sobre "la RSE en el contexto de la crisis actual", y esta es mi respuesta. Es una pregunta muy bien planteada, y que aunque a alguien le pueda parecer una obviedad no lo es en absoluto. Porque la RSE sólo tiene sentido en un contexto. No existe la RSE como idea platónica que busca cómo encarnarse. Con perdón por la referencia: S. Ignacio decía que las decisiones adecuadas se tomaban cuando se tenían en cuenta "personas, tiempos y lugares". Pues de eso habla la RSE: de qué hacen las empresas teniendo en cuenta "personas, tiempos y lugares", y no de definiciones. Y por tanto, el tema de la RSE no es la RSE, sino tomar decisiones adecuadas atendiendo a "personas, tiempos y lugares".
El problema es que en la cultura empresarial española se ha asociado RSE a hacer "buenas obras" (sic). Se ha confundido -a veces deliberadamente- con la acción social. Con hacer un gasto loable, pero prescindible y, en cualquier caso, periférico al núcleo de la actividad empresarial. Y la RSE no pregunta por cómo una empresa gasta el dinero, sino por cómo lo gana. Se puede ser una empresa 100% socialmente responsable sin dar ni un euro a nadie (aunque, como es obvio, no tengo nada que decir si esto se hace, al contrario). Es decir, hablar de RSE es hablar de modelo de negocio y de modelo de gestión. Es hablar de buena gestión. Y, por tanto, de qué entendemos por "buena" gestión.
Cuando se dice eso siempre hay quien reacciona diciendo que nada nuevo bajo el sol, que, si es eso, es lo que han hecho siempre las empresas. Sin embargo, es muy curioso que casi nadie se haya dado cuenta, y hayamos tenido que pasar a hablar tanto de RSE. Se habrá hablado mejor o peor, pero algún motivo habrá que explique el éxito de la palabreja. Y una de las claves de su éxito radica, justamente, en lo que decíamos al principio: en poner el foco en tomar decisiones adecuadas. La RSE -como la ética- habla de la toma de decisiones y parte de ella. (Por cierto: algún día tendremos que reflexionar todos sobre por qué, en los últimos años, cuanto más se ha hablado de RSE, menos se ha hablado de ética empresarial; curiosidades de los juegos de suma cero ...). Pero volvamos a la toma de decisiones (adecuadas, recordemos). De la misma manera que no hay empresa que subsista sin tomar decisiones, no hay decisiones sin consecuencias. Y este es el meollo de la RSE, la pregunta por las consecuencias de las decisiones. Con un añadido: esta pregunta también hay que hacerla a los afectados por estas decisiones, no la puede contestar la empresa ella solita. La RSE ha consistido en la toma de conciencia de la red de relaciones en la que está inscrita la empresa, y en la pregunta por los valores, los criterios y las prácticas que las rigen. Por eso las empresas se han visto interpeladas sobre los impactos de todo tipo que producen: ambientales, sociales, familiares... y económicos. Porque, hay que decirlo, una de las confusiones que ha provocado el uso a diestro y siniestro de la S de "social" ha sido la estupidez de creer que la RSE, al ser "social", no se preocupaba de la dimensión económica de la empresa cuando, justamente, la responsabilidad de la empresa hacia la sociedad viene dada por su actividad en tanto que institución económica. No hay decisiones económicas sin impacto social, del mismo modo que no hay decisiones sociales sin costes económicos.
¿Consecuencias? Que no se puede hablar de RSE en general, sino en función del contexto, del tipo y tamaño de las empresas, y del sector de cada empresa en concreto. La RSE no puede ser la misma para una petrolera que para un banco; para una empresa del Ibex que para una pyme, y en un país o en otro. Y, por ejemplo, esto significa que hoy la prioridad de la agenda de la RSE en España no puede ser la acción social, sino los seis millones de parados. O los desahucios. O la corrupción. O el fraude fiscal. O las preferentes. O la buena gobernanza corporativa. O la transparencia. ¿Que no le quieren llamar RSE, a todo esto? Pues llámenle como quieran, pero pongan manos a la obra. Lo que es seguro es que la RSE pregunta por ello, y si estas cuestiones no estuvieran sobre la mesa quizá no hablaríamos tanto de RSE. En cualquier caso, si estas cuestiones no se afrontan, no estamos hablando de RSE.
Ahora bien, hay que añadir otro punto, que también es una confusión muy nuestra. Responsabilidad social... pero no sólo de las empresas. La RSE es hoy en día imprescindible, pero lo es también porque hay que entenderla como la contribución, desde el mundo de la empresa, a la construcción de una sociedad responsable. Y una sociedad responsable necesita empresas responsables, evidentemente, pero también partidos responsables, sindicatos responsables, administraciones responsables, ONG responsables, escuelas de negocios responsables... En lo de la responsabilidad, si no jugamos todos, hablar de RSE se convierte en el viejo y conocido cinismo de la paja y la viga según en qué ojo nos fijamos. Porque lo que siempre le ha hecho falta a la RSE es un prefijo: co. Co-responsabilidad social. Hoy las responsabilidades son compartidas, aunque solo sea porque desde el ejercicio de las propias responsabilidades es como contribuimos a la construcción del espacio público compartido.
En resumidas cuentas, la RSE nos hace retornar a A. Smith... que evidentemente nunca habló de RSE. Pero sí habló -y así dio nombre al título de su libro más conocido- del origen y la causa de la riqueza de las naciones. De las naciones, no de las empresas. La primera requiere la segunda, pero la segunda no garantiza la primera. La RSE es pensar a la empresa siempre en el contexto social donde opera, aunque sea por el simple hecho de que las personas -y las empresas- vivimos en sociedades, y no en mercados. Necesitamos buenas empresas para construir buenas sociedades. Pero para ello necesitamos también que querer construir una buena empresa no se disocie de contribuir a la construcción de una buena sociedad.
Se ha dicho ampliamente que no hay empresas exitosas en países fracasados, ni países exitosos con empresas fracasadas. Esto quiere decir, último término, no sólo que hablar de RSE es hablar de un proyecto de empresa. Quiere decir que también es hablar de un proyecto de país, del país que la empresa contribuye a construir, y de cómo se ven desde la empresa los retos que el país tiene por delante. RSE es responsabilidad no sólo de cada empresa hacia aquellos con quienes se relaciona, a partir de las consecuencias y los impactos de sus actuaciones. RSE es también responsabilidad del mundo empresarial hacia el país en el que opera. Porque un país es algo más que una plataforma donde poder alcanzar objetivos empresariales, al igual que una empresa es algo más que una cuenta de resultados.
Es decir, que podríamos sustituir perfectamente la pregunta por la RSE por la pregunta sobre si las empresas, en nuestro contexto, están tomando decisiones adecuadas teniendo en cuenta "personas, tiempos y lugares".
Con un añadido, propio también de la RSE: esta no es una pregunta que se contesta a puerta cerrada en el comité ejecutivo. Esta es una pregunta que se juega y debe jugar (también) en el debate público.
@JosepMLozano
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