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Foro de debate sobre ética y responsabilidad social en empresas y organizaciones

Queremos ser exploradores? La RSE como exploración

 

J. G. March, en su reflexión sobre las organizaciones y su dinámica, distingue entre exploración y explotación, y sostiene que un requisito fundamental para la adaptación inteligente es mantener el equilibrio entre la explotación de lo que ya se conoce y la exploración de lo que se puede llegar a conocer. Sabiendo –añado yo- que "conocer" aquí no se reduce a la cognitivo o meramente intelectual, sino que incluye la acción: es conocer para hacer, en el hacer y desde el hacer.

Si algo ha sido la RSE en los últimos años para muchas personas y organizaciones ha sido exploración. Exploración vinculada a la acción transformadora, que ha generado muchas capacidades dignas de convertirse en explotación, afortunadamente. La pregunta que hoy debemos plantearnos, siguiendo a March, es si en estos momentos la actitud explotadora ha ido ocupando terreno en detrimento de la actitud exploradora, y estamos perdiendo el equilibrio entre ambas, equilibrio que el propio March considera fundamental para lo que califica como adaptación inteligente.

Y es precisamente porque comparto el criterio de March por lo que considero que al club de la RSE le conviene revisar lo que entiende por exploración. Entre otras razones porque nuestra cultura asocia exploración a ir más allá; a nueva frontera; a no considerar los límites como clausura; a nuevo, más y mejor. Probablemente, el mito subyacente en nuestra comprensión de la exploración es el arquetipo del conquistador, aderezado con un discurso a la moda sobre la innovación y su valor fundante y fundamental.

Creo que la reducción de la RSE a la explotación de lo ya explorado es suicida. Pero creo también que la madurez de la RSE pasa por revisar o complementar la comprensión de lo que significa explorar. Por eso recuerdo siempre, cuando se trata de exploración, una frase de Proust hacia la que tengo especial devoción. Frase que, propiamente, es una invitación: "la auténtica exploración no es la que busca nuevos territorios, sino la que aprende a ver con nuevos ojos". No negaré que esto parece la coartada perfecta para sedentarios de mi calaña. Pero me pregunto si no es también uno de los grandes desafíos de nuestra época y, por consiguiente, para la RSE. Porque no es posible un hacer transformador sin una transformación de la mirada. O, dicho con otras palabras, no es posible una gestión del cambio si no conlleva una transformación de la sensibilidad. Por eso, cuando a menudo percibimos que muchas prácticas no van en serio o que responden a una intencionalidad más cosmética que ética, lo más habitual es que sea debido a que las nuevas prácticas no responden a ningún cambio en la mirada sobre la empresa y la realidad social. Saint-Exupéry decía que si quieres construir un barco, evoca antes en los humanos el anhelo del mar libre y ancho. Pues bien, la fuerza transformadora de la RSE acaba cuando ya solo habla del barco y olvida el anhelo que la mueve (si es que alguna vez ha conectado con él).

A veces, cuando escucho a mentes preclaras y gurus reverenciados proclamar embelesados la buena noticia de la rapidez con la que todo está cambiando me viene a la cabeza, no sé por qué, el hamster de mi sobrino corriendo a toda velocidad día y noche dentro de una rueda que no va ninguna parte. Cuidado con convertir a la RSE en un hámster, olvidando el anhelo que nos ha llevado a ir construyendo entre todos, poco a poco, el barco de la RSE. ¿Hemos desarrollado una mirada capaz de ver lo que está ocurriendo? De la misma manera que pensar no es lo mismo que tener la cabeza continuamente ocupada con pensamientos, ver no es lo mismo que tener la mirada saturada de imágenes y mensajes. Por eso tampoco es lo mismo constatar lo que está pasando, que ver hacia dónde vamos y hacia dónde queremos ir.

Conviene no olvidar que, tomada en serio, la RSE exige también desarrollar una capacidad para ver mejor lo que ocurre ante nosotros y en nosotros mismos, y no solo una capacidad de hacer. En otras palabras: creo que la RSE es también una educación de la mirada. Una mirada capaz de explorar nuevos territorios en las personas, en las organizaciones, en la sociedad. De la misma manera que la apelación al diálogo queda suspendida en el vacío sino se sostiene en el desarrollo de la capacidad de escuchar, el desarrollo de la RSE flaquea cuando no se sostiene en la capacidad de ver a las organizaciones y a la sociedad con una mirada que no atiende solo a lo que está establecido convencionalmente en el discurso empresarial y social. Solo así podrá explorar nuevas formas de hacer empresa dignas de ser explotadas y consolidadas.

Eduardo Galeano tiene un cuento memorable donde narra la historia de un niño a quien su padre llevó a descubrir el mar. "Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura. Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre: ¡ayúdame a mirar!"

En estos tiempos postmodernos vivimos en una orfandad asumida, y ya no reconocemos ninguna paternidad que nos guíe en nuestro camino hacia el mar. Y, ciertamente, la RSE no tiene la densa hermosura de la silenciosa inmensidad del mar. Pero, de manera más modesta, sí que tiene algo que ver con el desarrollo de la capacidad de detenernos ante nosotros mismos, ante las organizaciones y ante la sociedad y, a lo mejor, reconocer la necesidad de decirnos los unos a los otros: ¡ayúdame a mirar!

Brindarnos mutuamente esta ayuda es también una tarea del club de la RSE.

www.josepmlozano.cat

@JosepMLozano

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Comentario por Josep M. Lozano el diciembre 16, 2013 a las 7:59pm

Muchas gracias por el comentario

Comentario por Juan Bautista Nalda González el diciembre 16, 2013 a las 10:46am

Gracias por tu aportación Josep M. El enfoque sobre la capacidad de mejorar nuestra mirada sobre lo que ocurre a nuestro alrededor, en la empresa, en el mercado en la sociedad,.. ha sido altamente inspiradora para mí. Expones con claridad algunos de los problemas actuales para el desarrollo de la RSE, en particular esa exploración de la que hablas que creo se ha quedado bastante circunscrita a todo lo que revierte en beneficio de la organización (nuevos modelos de negocio, nuevas estrategias competitivas, mayor fidelización del cliente a través de los nuevos medios/redes ‘sociales’,.. ), quedando como bien dices ese discurso ya tan conocido que se enmarca en los ‘slogans’ (la cosmética interna y externa) de ‘somos socialmente responsables a través de nuestra declaración institucional comunicada a nuestros stakeholders’ y ahí se acaba la cosa, ah bueno y cada año renovamos los posters en las paredes de las salas de reuniones de la empresa y publicamos el código de conducta corporativo a todos los empleados!!, pero ¿qué hay de ese cambio de actitud hacia una sociedad que reclama nuevas posiciones desde las organizaciones, a las que se las supone creadoras de riqueza y solidarias para con la sociedad? Un cambio de actitud, y como bien dices de mirada, y yo diría que incluso de paradigma que nos conduzca a nuevos modelos de relación social que combinen la búsqueda de unos beneficios que garanticen nuestra sostenibilidad como empresa, con nuevas sensibilidades y manera de ver el mundo desde dentro, comenzando por las cúpulas y llegando hasta el último miembro de la empresa. No tengo claro todavía cómo se debe articular todo esto, pero lo que sin duda ‘siento’ de veras es que esta transformación que mencionas partiendo de un aprender a mirar y explorar nuevas posibilidades más sociales es el camino para convertir nuestra sociedad y nuestro mundo en un lugar más justo, donde el servicio a los demás sea el 'leif motiv' que nos empuje a madurar cada día en pos de esa felicidad que todos anhelamos y que no parece estar en el egoísmo de acaparar beneficios materiales sin 'mirar' y explorar a nuestro alrededor y darnos cuenta de que estamos llamados a la acción (mirada activa y provocadora) más que a la pasividad (mirada pasiva, retenida y contemplativa)

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