Comunidad ÉTNOR

Foro de debate sobre ética y responsabilidad social en empresas y organizaciones

Sobre la RSE, la UNESCO y otras alucinaciones

 

Durante el cambio de año, aparte de soportar el gripazo que suelo pillar cuando bajo las defensas con ocasión de las fiestas, a veces me gusta simplemente mirar la biblioteca y jugar a ver que lomo de los libros que dormitan allí desde hace años me atraen lo suficientemente como para ojearlos otra vez y entretenerme con notas y comentarios ya envejecidos (los de lectura reciente no juegan). Entre otras cosas para ver cuales resisten mejor el paso del tiempo.

Este año he recuperado un informe de la UNESCO -de 1996- lamentablemente olvidado. En este informe (Learning: The Treasure Within) la UNESCO planTeaba lo que denominaba los cuatro pilares de la educación. Como en tantos momentos de la vida, lo que está en juego no es la originalidad, sino la verdad. Y por eso, porque determinadas verdades esenciales no caducan, se me ocurrió que por asociación –o por alucinación- lo que la UNESCO refería a la educación podria darnos claves de lectura para nuestra aproximación a la RSE.
 
Siempre he sido de la opinión de que hay dos cosas que no dejamos de hacer mientras estemos vivos: respirar y aprender. Cuando yo no respiramos o no aprendemos, hemos muerto. Respirar y aprender son como bases antropológicas desde las que construimos formas y modelos de vida. Por eso, quizás, prácticas vinculadas a la respiración juegan un papel fundamental en las maneras de meditar de las más diversas tradiciones religiosas. Y, por otra parte, a lo mejor resulta que aprender y vivir son sinónimos. Bueno, si hacemos caso de la UNESCO. Porque dicho informe sostenía que los cuatro pilares de la educación son: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a convivir, y aprender a ser. Digo que vivir y aprender son sinónimos porque difícilmente podremos resumir mejor los parámetros de una vida plena: conocer, hacer, convivir y ser. Porque vivir una vida humanamente digna es conocer, hacer, convivir y ser. Por eso quizá sería bueno preguntarnos si nuestros procesos de aprendizaje son capaces de integrar estas cuatro dimensiones de la vida. Venimos de una cultura en la que pretendíamos que había un sitio para cada cosa y que cada cosa debía estar en su sitio. (Sustitúyase institución por sitio, por cierto). Pero si de lo que se trata es de vivir, (de aprender a vivir y de vivir aprendiendo), me pregunto si nuestros proyectos personales, organizativos y sociales nos permiten integrar realmente estas cuatro dimensiones de la vida. Las cuatro. Sin hipertrofias ni esquizofrenias. A veces me da la impresión que muchos proyectos se asemejan a programas de fitness que sólo trabajaran una parte del cuerpo. Porque a menudo me suscitan la imagen de alguien que hubiera musculado enormemente, por ejemplo, su brazo derecho, y mantuviera unas piernas enclenques. Mucho conocer y poco hacer, o mucho hacer y poco ser; por poner dos ejemplos.
 
En la vorágine de los cambios que vivimos me pregunto si un reto crucial no consiste precisamente en aprender a integrar vitalmente estas cuatro dimensiones. Y, por qué no, aprovechar estos pilares para convertirlos en las coordenadas de una RSE sana. No digo mejor, exitosa, eficiente o de valor compartido. Digo deliberadamente sana.
 
Porque la RSE requiere conocer. Repito: conocer y no simplemente recoger y sistematizar datos o informaciones. Conocer la realidad de las empresas y de las sociedades en las que operan. Conocer a aquellos con quienes nos relacionamos y las características de la relación. Conocernos a nosotros mismos (personas y organizaciones) con nuestros intereses, conflictos, prioridades y valores. Con un conocimiento que incluye atención, comprensión y sensibilidad. No es posible la RSE desde el des-conocimiento.
La RSE requiere hacer. Esto parece lo más musculado, lo más fácil y lo más obvio. Pero también requiere evitar confusiones. En la RSE hay mucho activismo y a veces poca acción. Mucho hacer por hacer, muy orientado al qué, menos preocupado por el cómo y a menudo ignorante del por qué. “Hacer” no se refiere a solo a resultados, sino también al sujeto y al proceso. Por eso estamos incómodos con la rendición de cuentas que se presenta desconectada, flotando en el éter de los informes volando a la espera de ser cazados por google. El hacer de la RSE debiera hacer más transparentes no solo a los resultados, sino también a los procesos y a los sujetos.
 
La RSE requiere convivir. Me atrevo a decir que la RSE se inscribe en un proyecto de convivencia. Un proyecto de convivencia en el que reconocemos que no es posible construir una sociedad al margen de empresas y organizaciones, o sin ellas. Pero también que no es posible construir empresas y organizaciones al margen de la sociedad; la sociedad concreta, con su cultura, sus conflictos, sus recursos y sus esperanzas. La RSE se inscribe en un proyecto de convivencia porque las personas vivimos en sociedades, y no en mercados, y la RSE apuesta por un modelo de empresa que establezca y consiga sus objetivos construyendo sociedad, y no destruyendo sociedad.
 
La RSE requiere ser. Ser empresa. Ser empresa a la altura de las posibilidades y los retos de los tiempos que se están viviendo. El debate sobre la RSE no es un debate sobre lo que es la RSE, sino un debate sobre lo que es una empresa. Y no para añadir más definiciones al diccionario, sino para establecer qué maneras de actuar, de relacionarse y de proyectarse se requieren a las empresas de hoy. Lo que es una empresa no se conoce leyendo su visión o misión ni analizando su código de conducta, sino en su manera de responder en las circunstancias en las que opera. El ser de una empresa no es una abstracción, sino su manera concreta de conocer, hacer y convivir.
 
Aprender a conocer, a hacer, a convivir y a ser. Algo para lo que no hay recetas, pero que es un marco de referencia para movernos en las tensiones de nuestro tiempo, ante las que no hay que buscar la respuesta perfecta que lo resuelva todo, sino la respuesta posible, viable y nunca plenamente satisfactoria que se puede dar en cada circunstancia. Porque las tensiones en medio de las que debemos actuar y vivir hoy siguen siendo probablemente las mismas que señalaba entonces la UNESCO: entre lo global y lo local; entre lo universal y lo individual; entre tradición y modernidad; entre una orientación al corto y al largo plazo; entre la competición y la igualdad de oportunidades; entre la expansión del conocimiento y la dificultad para asimilarlo; entre lo espiritual y lo material.
 
En medio de tantas tensiones, quizás convendría no olvidar que en el mismo informe se dice que “este proceso ha de empezar por la comprensión de si mismo a través de un viaje interno cuyos hitos se llaman: conocimiento, meditación y autocrítica”. Este es el sustrato personal de los cuatro pilares, y sin este sustrato difícilmente se sostendrán ni serán sostenibles.
 
Conocer, hacer, convivir, ser: ¿no será esta integración una sabiduría a la altura de nuestro tiempo? Claro que una vez ya me objetaron que quién querrá ser sabio en un mundo de listos...
 
(Y perdón por esta alucinación post fiestas).
@JosepMLozano

Visitas: 104

Comentar

¡Necesitas ser un miembro de Comunidad ÉTNOR para añadir comentarios!

Participar en Comunidad ÉTNOR

Miembros

© 2024   Creado por Quique.   Tecnología de

Emblemas  |  Reportar un problema  |  Términos de servicio