Ya se ha convertido en "normal" tener abierto el móvil en las reuniones y/o las conversaciones o entrevistas, sin ni siquiera silenciarlo.
Ya se ha convertido en "normal" contestar a las llamadas de móvil en medio de una reunión y/o durante una conversación, a menudo sin ni salir de la sala. A veces lo hace incluso la persona que está hablando en el momento que la llaman, y deja colgado a todo el mundo (menos a quien le ha hecho la llamada, claro está).
Ya se ha convertido en "normal" llamar o recibir llamadas durante las reuniones tapándose la boca con la otra mano, como si alguien tuviera el más mínimo interés en leer los labios de quien habla.
Ya se ha convertido en "normal" consultar y contestar el correo electrónico durante las reuniones.
Ya se ha convertido en "normal" teclear en el móvil durante las reuniones, sea correo, sms, twitter o whatsapp.
Ya se ha convertido en "normal" que cuando alguien descuelga el móvil el interlocutor se ponga a hablar sin preguntarle a quién descuelga se le va bien hablar en ese momento, y sin que quien descuelga pregunte -si está en medio de una conversación- al otro si le molesta que responda a la llamada.
Ya se ha convertido en "normal" que la gente se queje si no le respondes inmediatamente a una llamada.
Ya se ha convertido en "normal" tener que escuchar conversaciones privadas (íntimas o profesionales) con un volumen de voz que casi haría innecesario el móvil en lugares públicos, que pueden ir desde el metro hasta el ave.
La pregunta es: ¿debemos considerar inexorable e irreversible esta "normalidad"? Dicho con otras palabras: ¿tiene sentido hablar en este contexto de urbanidad y buena educación? No en vano de urbs (ciudad) deriva tanto la referencia física a la ciudad (urbano) como la referencia a urbanidad entendida como buenas costumbres y civilidad: determinados usos del móvil muestran, paradójicamente, que cada vez más tenemos vida urbana sin urbanidad. Dicho de otro modo, por usar el título de un libro de Salvador Cardús, nos podemos preguntar qué significa ser "bien educados" en el uso del móvil (y tabletas o similares) cuando uno está con otras personas, ¿o en este punto hemos aceptar resignadamente que cada cual puede hacer de su capa un sayo? ¿Debemos aceptar pasivamente que la vivencia (el impulso individual) pase siempre por delante de la convivencia (los demás)? Ya reconozco que hay gente a la que parece que no se le pueda pedir que esté un rato desconectada (del móvil, claro) sin darle un ansiolítico, pero quizás deberíamos llegar a la conclusión de que quien se lo tiene que hacer mirar es la persona que no puede soportar esta desconexión, y no el resto que lo tiene que aguantar. Pero intenta hoy decir al comenzar una reunión o una clase o una entrevista o una asamblea que los móviles deben estar apagados o, cuando menos, silenciados, y acto seguido está atento a las caras de estupefacción o de rebelión de quien os ha escuchado... si es que no lo ha hecho porque estaba acabando de escribir algo en el móvil.
Claro que esto a veces se viste de eficacia, y se legitima en nombre de ella. Esta infame idea de ser multi-tarea, lo que normalmente significa que uno hace simultáneamente actividades diferentes, y todas a medias o mal. Pero, realmente, ¿ésto es bueno para el trabajo? Si algo hacen estos usos del móvil es entrenar a la gente a tener una atención dispersa; a incapacitarla -por la vía de los hechos- para estar atenta a lo que está haciendo; a ser reactiva ante la inmediatez de los estímulos y a reforzar cada vez más una cierta incapacidad de posponer la respuesta a los estímulos. No sé si es primero el huevo o la gallina, si estas prácticas son el síntoma de un estado de ánimo colectivo o es éste el que las posibilita; como se suele decir, probablemente es una dinámica circular, en la que ambos registros se refuerzan mutuamente. En el límite, es una dinámica que nos lleva a estar, cuanto más conectados, más descentrados. En cualquier caso, la pregunta inquietante -también en términos de eficacia- es como podrán tomar buenas decisiones personas entrenadas cotidianamente a no estar centradas en lo que están haciendo en cada momento.
Y una última consideración. En el uso del móvil también está en juego una cuestión de dignidad. De respeto hacia los demás y hacia uno mismo. En resumidas cuentas, las grandes palabras no se juegan en las declaraciones y los sermones, sino en las humildes prácticas cotidianas. Thich Nhat Hanh siempre repite que la persona más importante es la que tienes delante en cada momento. Los usos y costumbres que estamos dejando que se impongan (no "que se están imponiendo") convierten, cada vez, más en increíble e inconcebible esta afirmación. Y no sé si ganamos mucho con ello, la verdad.
Vaya, me corrijo: el problema no es la toxicidad social del móvil, como he escrito al inicio, sino la toxicidad de algunos usos que hacemos de él. Pero ya se sabe que cuando algo no nos gusta o no lo queremos cambiar siempre es más cómodo trasladarle la responsabilidad a otro. Y si ese otro puede ser la "tecnología" entonces ya podemos respirar tranquilos.
www.josepmlozano.cat
@JosepMLozano
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Muy cierto lo que escribe Josep, excepto el llamativo título que usa, supongo que para incitar a la lectura ... me alegro ver que finaliza con "no es la toxicidad social del móvil, como he escrito al inicio, sino la toxicidad de algunos usos que hacemos de él"
Sobre el uso del móvil/tableta en reuniones, yo añadiría dos casos en los que si creo que es correcto su uso:
- Para contrastar o comprobar alguna información concreta que los interlocutores precisen
- En reuniones tipo conferencia o mesa redonda, el uso de tabletas/smartphones es admitido (e incluso recomendado) como herramienta de anotaciones, refuerzo de conocimiento o backchannel vía aplicaciones colaborativas y/o redes sociales.
No estaría mal, no...
Excelente e interesante articulo Josep.
El problema, como en tantas otras ocasiones, es que se asumen como "normales" actos o acciones que no deberian serlo.
Me anima el hecho de que tambien haya gente que se de cuenta de esta "normalidad no normal" y se manifieste y actue en pro del respeto y la convivencia.
Con tu articulo podriamos elaborar un estupendo ejemplo de codigo de conducta aplicado al "uso de moviles y otros equipos informaticos en espacios publicos". Estoy seguro que la aplicación del mismo mucha gente lo agradeceria.
Un saludo
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