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¿Por qué Responsabilidad Social ahora Después de la II Guerra Mundial, se inició un debate sobre cuál era la responsabilidad social de las empresas y hoy se debate sobre como conciliar resil…

¿Por qué Responsabilidad Social ahora



Después de la II Guerra Mundial, se inició un debate sobre cuál era la responsabilidad social de las empresas y hoy se debate sobre como conciliar resiliencia empresarial con responsabilidad social.



Juan Manuel Pérez Prado. Experto universitario en Responsibilidad Social Corporativa.

15/09/2020



Hablamos de Responsabilidad Social, Corporativa, Empresarial, Personal, en el fondo creo que todo es mucho más sencillo. Se trata de una cuestión de eficiencia, que parte de una decisión de conciencia en el aspecto personal y de resultados en el aspecto empresarial.

Ante el nuevo escenario a nivel Internacional, Nacional y Local, que ha originado la aparición de la pandemia del COVID-19, todos somos conscientes que el mundo ha cambiado. Ya nos hemos acostumbrado a ver cambios a nivel global, la pequeña gran diferencia es que este cambio llega también hasta nuestro día a día a nivel doméstico.

Desde hace años se escucha un run, run que suena un poco lejano que llaman RSC  (Responsabilidad Social Corporativa). Pero siempre como muy lejano, cosa de multinacionales. Desde hace poco tiempo ya suena RSE (Responsabilidad Social Empresarial) (Ley 11/2018, de 28 de diciembre, por la que se modifica el Código de Comercio, el texto refundido de la Ley de Sociedades de Capital aprobado por el Real Decreto Legislativo 1/2010, de 2 de julio, y la Ley 22/2015, de 20 de julio, de Auditoría de Cuentas, en materia de información no financiera y diversidad)

Desde que en los años 50 Bowen1 comenzó a hablar de la Responsabilidad Social de las Empresas, durante el gran crecimiento económico después de la II Guerra Mundial,  se inició un debate sobre cuál era la responsabilidad social de las empresas. En esos primeros momentos esa nueva corriente de pensamiento no adquiere mucha fuerza, debido a la bonanza económica y a la fuerza de la antigua cultura empresarial. No obstante, esa inquietud hizo nacer a las ONG, que la ONU las define como “cualquier grupo de ciudadanos voluntarios sin ánimo de lucro que surge en el ámbito local, nacional o internacional, de naturaleza altruista y dirigida por personas con un interés común”. El término ONG surge en la Carta de las Naciones Unidas como “organizaciones cuya constitución no sea consecuencia de un tratado internacional”. Se consideran independientes de las instituciones y poderes públicos y llevan a cabo servicios humanitarios con claros objetivos de beneficio social. Este modelo sigue vigente hoy en día y en continuo crecimiento a pesar de que sus resultados, han demostrado que la gran cantidad de recursos destinados no siempre han dado eficientes resultados.

No es hasta los años 70, con el crecimiento de los movimientos sociales a raíz de la guerra de Vietnam y los cambios en los procesos productivos con los inicios de los desarrollos tecnológicos y el comienzo de la globalización, cuando nace una nueva corriente de implicación social.

En 1970 Friedman2 en su teoría económica clásica defiende que el único objetivo de la Responsabilidad Social consiste en la maximización de los beneficios para los accionistas. Quedando reservada la acción social al Estado y a las ONG. En contraposición a esta teoría surgen varias corrientes de pensamiento que han supuesto la base del modelo de Responsabilidad Social Empresarial. Freeman3 defiende un modelo de gestión empresarial que enmarca a la empresa dentro de la sociedad en la que actúa. Estableciendo la idea de que si las empresas operan cada vez en entornos más complejos han de cubrir objetivos que afectan a más grupos de interés.

Carroll en 1979 siguiendo la corriente de Freeman y que pienso hoy por hoy sigue vigente define en su estudio cuatro aptitudes ante la Responsabilidad Social.

La primera es una filosofía reactiva ante su responsabilidad social, es decir ante un cambio normativo o de mercado que le obligue a actuar, tomará las medidas necesarias para ajustarse a ese nuevo entorno. Pero no toma ninguna iniciativa.

La segunda es una filosofía defensiva la empresa inicia un acercamiento a una implicación de responsabilidad social como una medida de escape ante las presiones de su entorno que sigue considerando externas a su propia organización.

La tercera es una filosofía acomodaticia, se actúa en Responsabilidad Social por su consciencia de la necesidad, actuando de forma correcta pero sin esperar resultado alguno.

La cuarta es una filosofía proactiva intentando anticiparse a los acontecimientos, diseñando estrategias sociales, de gestión y medioambientales, evaluando sus resultados.

Esta nueva situación de la Pandemia nada tiene que ver con la fuerte crisis del 2008, y está creando un panorama nuevo y extremadamente complejo. Lo que es una evidencia es que el modelo de Friedman no es suficiente, el Estado y las ONG no pudieron dar cobertura a los efectos de la anterior crisis, ese nuevo entorno postcrisis hizo aparecer nuevos grupos de interés, movimiento 15M, generación Nini, etc. que en algunos casos incluso ni se han manifestado. Pero ignorar su presencia tan solo nos puede llevar al fracaso.

Durante el estallido de esta pandemia, era conmovedor ver los distintos gestos de personas, colectivos y empresas que de manera individual y altruista iniciaron medidas de choque como el reparto de comidas, confección de mascarillas, trabajo a destajo en los hospitales, etc. Mientras las distintas administraciones eran incapaces de responder ante la situación.

Las empresas que han sido capaces de generar valor de identidad, de marca, aunque sea a nivel local tienen más probabilidades de superar todas las adversidades pasadas y futuras y aquellas que no pudieron o no supieron crear valor sin duda tienen un horizonte más complejo si es que no han caído en el camino. El hecho de haber sobrevivido a este primer azote de la Pandemia,  puede darnos un respiro, pero es una equivocación no enfrentarse a una realidad incierta.

Sin duda es un momento crucial para las empresas, en un reciente estudio del IESE, define que el reto al que las empresas se enfrentan con la crisis del COVID-19 es, precisamente, conciliar resiliencia empresarial con responsabilidad social. La biología define la resiliencia como la capacidad de cualquier organismo vivo de adaptarse a una situación contraria y de extrema dificultad; en términos empresariales, ser una compañía resiliente implica contar con la capacidad (en términos de conocimientos, habilidades y actitudes) para sobrevivir a situaciones cambiantes, impredecibles, o directamente desfavorables (Reese, Lang y CarlssonSzlezak, 2020, p. 9). Como muchos estudios repiten estas semanas, promover la resiliencia empresarial pasa necesariamente por trazar un plan de continuidad de negocio adecuado a las excepcionales circunstancias presentes. El objetivo principal de ese plan de continuidad de negocio es facilitar la toma de decisiones en un contexto de riesgo elevado (Davidson Institute, 2020, p. 1).

En este momento de reflexión sobre la actividad empresarial, es sin duda el momento ideal para que aquellas empresas que no habían adquirido modelos de Responsabilidad Social Empresarial, sienten las bases para ello y lo que en un principio se presenta como una amenaza se convierta en una oportunidad para el cambio.

Reflexionar sobre todas las posibilidades que se abren para el negocio y su cultura puede motivar la implementación de cambios que, al menos hasta ahora, resultaban impensables. La urgencia con que muchas empresas se han adaptado al teletrabajo habla de una capacidad de cambio que la inercia y los deberes del día a día habían difuminado. ¿Por qué limitar los cambios a un estado de excepción que acabará tarde o temprano y desear el retorno a una normalidad que, por habitual que resultase, no estaba exenta de vacíos y peligros sociales y medioambientales? Es imperativo reflexionar sobre el sentido de la misión empresarial que las empresas retomen un dialogo necesario con los grupos de interés: proveedores, clientes, trabajadores, etc. Con una actitud que fomente  la transparencia y la consistencia con los propios principios en todas las decisiones que se tomen. Los empresarios encargados de liderar una respuesta al desafío del COVID-19 podrán transformar el impulso por la supervivencia en una llamada a la audacia.

  1. Howard R. Bowen (1953) “Social Responsabilities for the Businessman”
  2. Friedman, M. “The social responsability of business is to increase its profits”
  3. Freeman, R.E. (1984) “Strategic Management: A Stakeholder Approach Pitman Publishing Inc.”
  4. Carroll, A.B. (1979) “A three Dimensional Conceptual Modelo of Corporate Perfomance”

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