SOBRE EL 15M

[Emilio J. Belda Seguí]

 

Ahora que la inicial sensación de asombro y simpatía ha dejado paso a las dudas sería bueno no olvidar el hecho fundamental que supone el denominado “Movimiento 15 M”. Porque aunque nadie en su sano juicio puede llegar a esa absurda reducción, pronto habrá quien identificará  15M con  antisistema y falta de respeto a la democracia. Es algo que ya está pasando y que se antoja inevitable.  Es posible incluso, que este movimiento genuinamente democrático acabe convirtiéndose en un esperpento irreconocible.
Pero ocurra lo que ocurra hay algo que no debemos olvidar. El peor escenario posible futuro no será nunca peor que la desolación que supondría que en una realidad política y económica como la actual nada hubiera pasado. La pesadilla más cruel sería que nada hubiera ocurrido. Pensemos en ello.

[Laia Marco del Prado]

Hay algo que es obvio: el "Movimiento 15M" es DEMOCRÁTICO. Partamos de ahí. Pero ahora viene la parte 2: las plazas de España se plagan de apolíticos "antisistema" que apoyan el 15M sin mucha oposición del núcleo del movimiento. ¿Cómo entender esto?

Está claro que este movimiento ha sido el punto de partida de un levantamiento en masa. Del colapso de una sociedad que ya no puede más. Harta de un bipartidismo que a más de un 37% de la población (según estadísticas del movimiento 15M) no convence. Con un partido que gobernará previsiblemente gracias a la confianza que un 25% de la población ha depositado en ellos, eso sí, con la legitimidad carismática que le confieren, y con poca base racional. Gracias a una España que no ve opciones, no porque no las conozca, sino porque no las quiere conocer. Y eso es lo que se refleja en las plazas donde acampa el movimiento: se vislumbra un panorama donde, probablemente, sólo un 10% de los que acampan se han identificado toda su vida como "democráticos". Y de ese 10%, presumo que un 5% se interesan realmente por la política y ostentan un criterio fiable para aportar algo al movimiento. Es decir, que bajo mi punto de vista y desgraciadamente, el filtro que hay que pasar para reconocer este movimiento como algo verdaderamente viable, deja fuera casi toda posibilidad de reconciliación con la democracia.

Eso sí, no se puede eludir la realidad: se ha logrado levantar la voz. Se ha logrado proyección, y, por desgracia, la falta de coordinación logrará un deterioro de esta imagen cuidadosamente construida.

Posiblemente una solución sería FORMAR a todos aquellos que quieran formar parte del movimiento. Dotarles de unas nociones mínimas en política para que puedan reivindicar con conocimiento de causa y no con cerveza, estupefacientes, rastas, perros-flautas, cariocas y ceniceros de lata-cerveza. No es una mofa hacia las acampadas, es una realidad visible que, por sí sola, está autolimitándose. La formación es la única vía saludable, y el pluralismo tiene que tomar necesariamente un tono didáctico que fortalezca la imagen del movimiento; sí o sí.

[María Fernández]

Lo importante es, que por primera vez en mucho tiempo, miles de jóvenes han alzado la voz por un importante cambio en el sistema.

 

Muchas veces se ha criticado a los jóvenes de esta generación por mostrar una actitud pasiva ante las "malas" decisiones tomadas por los altos cargos de la política de nuestro país, sin embargo ahora se ha demostrado que los jóvenes exigen un cambio en el sistema.

 

Sí es cierto que muchas personas tacharán este movimiento como antidemocrático, pero a los hechos hay que remitirse. El pueblo se ha puesto de acuerdo para alzar su voz al unísono, y aunque el movimiento de acampadas y concentraciones pueda terminar, debería promoverse la creación de un partido político alternativo que derive de este gran movimiento.