Comunidad ÉTNOR

Foro de debate sobre ética y responsabilidad social en empresas y organizaciones

Estos últimos meses viajando por España para entrevistarnos con empresarios y llevarles el mensaje de la cooperación, la propuesta de compartir la construcción de una salida, hemos podido verificar aquello que ya decíamos. Son ya muchos los años trabajando en el tercer sector, camino de los quince, pero son aun más los trabajados en la empresa de mercado. Lo esperábamos, sabíamos que la empresa está mucho más cerca de las personas de lo que se acostumbra a decir por parte de aquellos que construyen su realidad particular desde la distancia y aquellos a los que beneficia esta distorsión de la realidad que nos separa.

Los mercados, que para la sorpresa de nadie tienen nombre y apellidos, no dejan mucho espacio a la empresa de verdad, a la que construye realidades, genera riqueza y posibilita el desarrollo de las sociedades. Falsos empresarios, especuladores profesionales, injustos traficantes de mercancía, que incluyen a las personas entre estas, distorsionan la realidad de la mayoría. El silencio de tantos empresarios y su asentimiento ante este atropello no es lógico, aunque nos recuerda en muchas ocasiones al de la calle de no hace mucho. ¿Luchan acaso por pertenecer a un club de los selectos donde lo más fácil es que ninguna persona honesta y justa querría estar? Creo que no, que es más bien la distancia y prevención a la hora de pulsar lo cerca que están de la sociedad, de la calle, y de su movimiento.

Estos días nos hemos encontrado más cerca que nunca del empresario que sostiene nuestra economía real. La cultura del pelotazo, ganar pronto y mucho a costa de lo que sea, que se extendió como fuego, está dejando en el resto de la sociedad sus facturas de años de descerebrado quehacer. Ahora, cuando los bancos siguen ganado dinero de nuestras dificultades, que no serían nuestras si las hubiese resuelto quien las creó, vemos con más claridad que sólo hay un barco y sólo un mar.

El corto plazo se desmorona poco a poco refugiándose bajo el paraguas financiero y de esos mercados que nos trasladan como anónimos y ajenos a nuestras voluntades cuando no lo son, ni lo uno ni lo otro. En el largo plazo no es fácil discutir que la riqueza se enfrenta al beneficio rápido, que lo bueno sólo lo es si es para todos, que el planeta ya no quiere jugar más a crecer por crecer. Es triste encontrarse con aquellos que defienden sus espacios de espaldas a los demás y en demasiados casos de espaldas a sus propios objetivos fundacionales encontrando en ello su propia supervivencia.

Si fuera posible exigiríamos a toda la sociedad que se parase durante un momento y nos reconociéramos unos a otros como partes de un todo.

En nuestro viaje para introducir al gestor de personas, trabajador acompañante, como creador de valor social y parte natural de cualquier empresa, hemos escuchado voces varias, desde el mundo empresarial y desde el mundo social. Hay quienes no lo entienden y quienes tienen interés en no entenderlo pero la mayoría ve claramente un puente que cruzar sabiendo que al otro lado también tiene un lugar. No sabemos hoy cuantas empresas decidirán cruzar ese puente en un sentido ni cuantas entidades sociales harán lo propio en el contrario pero el puente ya existe y eso no tiene vuelta.

Hoy, desde aquí, reivindicamos a todos los actores sociales del planeta. Lo hacemos reconociendo su existencia y pluralidad. Ponemos además el acento en el empresario como actor social, que lo es y lo hacemos porque es necesario que la sociedad lo sitúe como tal y que muchos de ellos se reconozcan y reconstruyan sus estrategias desde este punto. ES MOMENTO DE REINVENTAR, INNOVAR Y CONSTRUIR DESDE LA CORRESPONSABILIDAD SOCIAL Y MEDIOAMBIENTAL.

NITTÚA

Raúl Contreras

Núria González

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