José Ignacio Torreblanca, Director en Madrid del European Council on Foregin Relations, y columnista habitual de El País, estuvo el año pasado en el Seminario de la Fundación ÉTNOR de Ética Económica y Empresarial, analizando la cuestión de la fragmentación del poder europeo, título de uno de sus recientes libros.
Apenas nos dio tiempo a "sacar jugo" a la dilata experiencia y conocimiento que Torreblanca tiene sobre el tema en 1 hora, y a lo sugerente del título, así que le emplazamos a volver, nos tomó la palabra, y el próximo jueves 11 de diciembre retomará el tema dónde lo dejamos el año pasado.
Torreblanca desatacaba el año pasado una manera de ser y hacer europea "diferente" fundamentada en una "ética, unos principios y valores que no estamos dispuestos a ceder a cualquier precio". “Una apacible diplomacia europea" que Torreblanca contraponía "al poder duro de EE. UU. o de Rusia.” Estas declaraciones las hacía al hilo del conflicto que se iniciaba entre Rusia y Ucrania, y que hoy desgraciadamente ha empeorado. Torreblanca hacía recaer en este "carácter" diferente de los europeos “la perplejidad que nos provoca Putin cuando se enfada y arranca un trozo de un país y se lo queda”.
Un modelo social que nos configura y que correlaciona con un modelo de principios y valores que para unos es un lastre pero para otros un activo, “porque ese mínimo social es el que te permite innovar, genera cohesión social, etc. como muestran los estados escandinavos. Tenemos un gran debate crucial entre cuál debe ser la relación exacta entre globalización y Estado del bienestar. Y hay que lucharlo, porque no queremos estar en el mundo como los demás. Nuestra identidad, nuestra ética, parte de que queremos sociedades abiertas, cohesionadas y democráticas. Por tanto, si el precio de estar en la globalización es aceptar esas normas de los demás es difícil hacerlo”.
Torreblanca habló también el año pasado de las debilidades del proyecto europeo, entre las que destacó las bajas tasas de natalidad y el envejecimiento de la población “cómo hacer Europa sin europeos”. Y las actitudes inadecuadas hacia la inmigración teniendo en cuenta este problema. La dependencia energética o la falta de identidad europea. “Y también la pérdida del gran atractivo que ha tenido la Unión Europea para transformar el mundo o su vecindad con esta lógica de expansión. Hemos perdido la confianza en nuestra capacidad de integrar a más gente. Muchos nos hemos sentido halagados de que hubiera gente en las barricadas de Kiev sosteniendo la bandera europea, pero eso no se ha traducido en un “vengan ustedes, les acogeremos”. Es un sentimiento incómodo”, sentenciaba el ponente.
De estas y de otras cuestiones hablará el ponente en esta su segunda visita a Valencia, en un momento en el que el proyecto europeo está más en duda que nunca, y su necesidad también. Si te lo perdiste, anótalo en la agenda. ¡Si repite es por algo!
Puedes escuchar el podcast de la sesión para animarte a venir y a participar en el interesantísimo debate.
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