Adela Cortina, Directora de la Fundación ÉTNOR, suma otro Doctorado Honoris Causa por su labor en la ética aplicada a la empresa y la economía
“Una persona con una trayectoria académica y humana intachable”. Con estas palabras justificaba Ignacio Segado, Director de la Catedra de Cultura y Ética Directiva Empresarial de la Universidad Politécnica de Cartagena, las razones para honrar a Adela Cortina con su octavo Doctorado Honoris Causa. Un doctorado que como los 5 otorgados en 2008 por las Universidades Mexicanas de Puebla, Tijuana, León, Loyola de Palacio y Acapulco, reconoce en concreto a la Catedrática de la Universidad de Valencia su labor y contribución a la ética económica y empresarial.
Segado, padrino del nombramiento, destacó las enseñanzas de Cortina en la línea de defender unas buenas empresas para una buena sociedad. “La ausencia de ética no ayuda a la construcción de una buena sociedad. Y detrás de la crisis económica y financiera hay una crisis más profunda de valores, de confianza, cuyo origen podemos encontrar en un comportamiento extendido donde se ha considerado el dinero como un bien en sí mismo, y no como un medio para generar riqueza y bienestar para los seres humanos.” Un modo de pensar que para Segado “ha sido sustentado y alentado por instituciones y pensadores y ha generado malos hábitos, lejanos a la virtud, a la excelencia”.
“Precisamente para que la economía y la empresa puedan contribuir a una buena sociedad, hace falta un profundo pensamiento ético como el que Cortina y su equipo de investigación postulan, y precisamente por ello este reconocimiento”. Segado acabó su elogio a la todavía entonces “candidata”, con un mensaje para todos los asistentes parafraseando un conocido dicho de Gandhi adaptado para la ocasión, “aprendamos a vivir con lo suficiente para que otros tengan lo suficiente para vivir”.
Tras ser reconocida como Doctora de la Universidad, Adela Cortina inició su discurso de ingreso en el claustro agradeciendo, como no podía ser de otra manera, a Cartagena, “ciudad cordialmente acogedora, y mi primer destino como profesor numeraria de instituto. Por lo que este nombramiento es para mí motivo doble de alegría: por provenir de una universidad con tanto prestigio y por ser quienes son los que forman el claustro, y por venir de una ciudad que llevo en el corazón”. Pero antes de iniciar su discurso, Cortina reconoció también a sus compañeros de camino, “ya que este nombramiento y mi labor en las áreas de la ética económica y empresarial es fruto del trabajo conjunto del grupo de investigación al que pertenezco y de la Fundación ÉTNOR para la ética de los negocios y las organizaciones que dirijo”.
Una Fundación que destaca en el trabajo colaborativo desde sus inicios de representantes de la empresa y la sociedad, para Cortina “las dos caras de una misma moneda que se refuerzan mutuamente, ya que no hay empresas sin legitimidad social, ni es posible una buena sociedad sin empresas justas”. En este sentido la Fundación ÉTNOR y su equipo de investigación trabaja interdisciplinarmente, “algo esencial en todas las éticas aplicadas”, por esas empresas éticas, necesarias “para restaurar la confianza sin la que no funcionan instituciones ni públicas ni privadas, y que se ha convertido en el reto fundamental de la ética empresarial en la actualidad”.
Y el primer paso para ello es entender que el juego de la empresa debe ser de suma positiva, y no de suma cero, “porque cuanto más se benefician los stakeholders de la empresa más se beneficiará ésta”. Para Cortina “esto es prudente e inteligente, pero es que además es de justicia contar con los afectados de una actividad”. En este sentido la Catedrática hizo especial hincapié en el enfoque de los grupos de interés o afectados, “que deben entenderse desde una renovada ética del discurso como los afectados por la actividad con expectativas legítimas a los que deberían atender las empresas, y que además tienen valor que aportar a las mismas”.
Cortina defendió enérgicamente como primera tarea de la ética económica y empresarial el desentrañar la meta de la economía y de la empresa, “y esto debería ser la primera asignatura obligatoria de todas las carreras universitarias, sin excepción”.
Para terminar, la doctoranda hizo mención de la crisis que estamos viviendo como “bien representativa de que las declaraciones, desde la OCDE, OIT, pasando por el Pacto Mundial o los Objetivos del Milenio, no se han plasmado en creaciones e implantaciones reales”. A lo que añadió una última exigencia: que las empresas se sumen a la lucha por la defensa de los Derechos Humanos. “Necesitamos que las empresas asuman su papel en la defensa de los DD.HH. Sin ellas es imposible alcanzar el modelo de sociedad justa que queremos”.
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