¿Es el decrecimiento un sinsentido, o lo es más un modelo de crecimiento sin crecimiento? Ésta vino a ser la pregunta que Serge Latouche, prestigioso economista conocido por su defensa del modelo del decrecimiento, nos planteaba para empezar a pensar juntos, sin prejuicios de base, sobre el cambio de perspectiva que este movimiento plantea. Y sinceramente, los argumentos que vino a dar después yo creo que fueron más que suficientes para constatar que si el decrecimiento puede parece en algún momento una propuesta algo provocadora o incluso, como él mismo la definió “utópica”, el crecimiento sin crecimiento es sin más un sinsentido que nos aboca a la miseria y a la más absoluta destrucción del ser humano, y de ello nos sobran los ejemplos. “Como un ciclista que no puede parar de pedalear, porque si no pierde el equilibrio y se cae, el crecimiento se basa en la necesidad de producción y consumo sin detenerse. Y se ha detenido”, enfatizaba Latouche.
La base antropológica de esta dinámica está en el deseo de tener siempre más y mejor, nuevo y mejor, algo que se enseña hasta en las escuelas de negocios. Nuestra sociedad se basa así en la frustración, deseos ilimitados que se convierten o se presuponen necesidades, y la necesidad de crédito para consumir lo que no podemos permitirnos. Muy esquemáticamente, ésta es la base del actual modelo de crecimiento económico, según Latouche.
Partiendo de la base de que este modelo actual sin crecimiento es como conducir a toda velocidad contra un muro, tanto Latouche como Francisco Álvarez, prestigioso economista y autor del blog que os recomiendo enormemente: No le digas a mi madre que trabajo en bolsa, se encargaron de matizar que la palabra decrecimiento es más un revulsivo que una propuesta en sí, propuesta que tendría que ver más con un a-crecimiento. De hecho Álvarez resaltó que en el momento actual de continuos recortes, podría interpretarse de forma errónea, podríamos decir que hasta obscena, hablar de decrecer. Pero la realidad es que el modelo actual, además de funcionar bastante mal (por no decir que no funciona), como está demostrando la crisis, es a todas todas insostenible en el largo plazo, sobre todo a nivel medioambiental, e inexportable a todas las personas del planeta. Lo cual es injusto: tener un modelo válido sólo para unos pocos a sabiendas de que el resto malviven en condiciones que hacen dejación de su humanidad.
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