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Foro de debate sobre ética y responsabilidad social en empresas y organizaciones

 

En los últimos años han proliferado los materiales, estudios y convocatorias sobre un tema, a la vez, apasionante y ambivalente: el liderazgo. Probablemente, hablar de liderazgo sea una manera indirecta de hablar del gran tema de fondo: el cambio. Todo cambio requiere no tan sólo orientación, sino también creación de sentido. La pregunta por el liderazgo, pues, a menudo es también el reflejo de la ansiedad en tiempos de incertidumbre: ¿alguien sabe hacia dónde vamos, hacia dónde podríamos ir, hacia dónde deberíamos ir? (Tres preguntas, por cierto muy diferentes, pero que a menudo se confunden).

le-discours-de-la-servitude-volontaire.jpegMuchas veces, la pregunta por el liderazgo se reduce a un análisis de las múltiples maneras de plantear la relación líder-seguidor (sin olvidar que a veces en la reflexión sobre el liderazgo lo que pesa en el fondo es el interés por dilucidar cómo se construye una manera de entender seguimiento muy cercana al sometimiento: deberíamos volver a leer a Etienne de La Boétie y su El discurso de la servidumbre voluntaria). La otra cara de la moneda (un tema subyacente que parece que avergüenza explicitar) es la cuestión del poder: no es posible hablar de liderazgo sin hablar de cómo se resuelven las relaciones de poder, en cualquiera de sus múltiples facetas. Creo que muchas veces las supuestas reservas “éticas” ante la cuestión del liderazgo remiten a un mal resuelto conflicto entre cierto discurso ético y la realidad del poder, como si éste no fuera más que un mal necesario que se disolvería si todos fuéramos más “humanos”(???). En ciertos ámbitos supuestamente radicales predomina una abominación del liderazgo (a menudo en boca de sus mism
os líderes) más necesitada de análisis psiquiátrico que de análisis político
 
Pero en el fondo creo que existe una corriente de fondo que se expresa en múltiples iniciativas que vinculan la cuestión del liderazgo a la pregunta de cómo construir nuestro futuro. Este es un buen momento, por tanto, para reflexionar también sobre los componentes del nuevo tipo de liderazgo que necesitamos. Se ha subrayado que el líder es aquella persona que interpreta mejor el momento histórico que le ha tocado vivir y que es capaz de señalar el futuro con seguridad inusual, consiguiendo que los demás le sigan. Este tipo de descripción, seguramente correcta, olvida a menudo aquellos valores asumidos por la persona que estructuran su compromiso y que acabaron por determinar su fuerza interior y por forjar su carácter. Dicho de otro modo, el liderazgo entendido como la capacidad de construir sentido hoy y sobre todo mañana va a depender no solo de la pericia de algunos para otear en el horizonte (visionarios) o para influir en los demás (influyentes) sino de la autoridad moral, de una formación con visión amplia, de la calidad humana y de la constelación de actitudes de nuestros dirigentes, en cualquiera de sus ámbitos de actuación. Por eso, en los contextos organizativos y sociales, hablar de "relevo generacional" no es sólo hablar de edades, no significa algo tan simple como sustituir veteranos por jóvenes ambiciosos o bien posicionados. El verdadero relevo supone, en realidad, un cambio cultural. A veces hablamos del cambio de liderazgo con una mentalidad de reponedor de supermercado: sustituir a alguien por alguien semejante sin tocar el sistema en el que se insertan (y con la exigencia implícita de que no lo toquen). Algo semejante a lo que ocurre cuando se exige diversidad: suele dar como resultado un paisaje humano variopinto en el que la diversidad brilla por su ausencia en lo que se refiere a ideas y mentalidades.
 
Lo que no niega que aparecen nuevas preguntas, pertinentes en todos los espacios en los que nos movemos, y cuya respuesta va más allá del hecho de que dichos espacios se rijan mediante sistemas electorales o no. ¿Qué aptitudes personales nos gustaría encontrar y promover en el conjunto de personas que tendrán en el futuro la responsabilidad de actuar y tomar decisiones institucionales? ¿Qué tipo de personas y de talantes favorecerán con su actuación lo mejor para nuestra sociedad? ¿Cómo podemos promover que los equipos humanos hagan suyos ese conjunto de valores orientadores de la sociedad que acabarán por darles legitimidad moral? Ronald A. Heifetz dice con razón que de los líderes esperamos que nos proporcionen un mapa del futuro pero también que clarifiquen y articulen los valores orientadores que han de dar sentido a nuestro quehacer compartido. Yo añadiría que toda pregunta por el liderazgo es, en último término, una pregunta sobre nosotros mismos y nuestra identidad moral

www.josepmlozano.cat

@JosepMLozano

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