La economía del crecimiento se plantea en el momento presente como una especie de dogma, algo sobre lo que no cabe ningún tipo de deliberación o reflexión al respecto, pues no puede ser de otra manera. El objetivo de la economía es el crecimiento, y sin crecimiento no hay economía. Pero ¿es esto una certeza sin más? ¿Debemos seguir creciendo? ¿Sólo hay una manera de crecer? ¿Sólo es posible una economía del crecimiento? Criticar esta visión, en el sentido puro de criticar como discernir sobre lo que se plantea como indiscernible, fue el objetivo del Seminario ÉTNOR celebrado ayer, con la conferencia “Economías del crecimiento y decrecimiento”.
José Mª Tortosa, Catedrático de Sociología de la Universidad de Alicante, empezó su análisis con los problemas que la actual economía todavía no ha resuelto, cuestión que nos puede llevar a plantear la necesidad de una alternativa. El primero de estos problemas es “un mundo viviendo por encima de sus posibilidades económicas”, lo que se traduce en endeudamiento de los países, pero también de las familias y las empresas. “EE.UU. tiene un Producto Interior Bruto de 14 billones de dólares, y en 14 billones se estima también su deuda pública”, lo que supone un tercio de la deuda pública mundial estimada en 38 billones de dólares.
En definitiva, estamos endeudados por encima de lo que producimos. A esto hay que añadir la deuda privada: familiar, empresas, etc. que desequilibra aun más la situación.
Las alternativas a esta situación podrían ser, según Tortosa varias:
En segundo lugar, vivimos por encima de nuestras posibilidades ecológicas. “El concepto de huella ecológica es muy discutible, y los métodos de medición del mismo también, pero lo que no es discutible es que estamos dejando una huella que puede poner en peligro no la supervivencia del planeta, sino la supervivencia de la especie humana”. El hecho de que el Banco Mundial haya dedicado el Informe de 2010 al problema del cambio climático deja patente la importancia de esta cuestión.
El tercero de los problemas es un mundo que vive por encima de sus posibilidades sociales. El problema del hambre y de la pobreza no es un problema de producción sino de reparto. Existen varias maneras de medirlo, pero todas apuntan a cerca de un 20% que la población que se reparte el 80% de la riqueza y un 80% que se reparte el 20% de la riqueza. Credit Suisse habla de un 0.5% de la población que tiene el 35% de la riqueza mientras que casi el 70% de la población tiene el 4.2%.
Por último, estos problemas tienen impactos desiguales a escala mundial, como es por ejemplo la cuestión del desempleo, que ha aumentado sobre todo en países avanzados. Los países de renta baja no lo han tenido, es cierto, pero el Banco Mundial habla de 64 millones más de pobres, la mayoría en estos países. El país donde más ha aumentado en términos cuantitativos el desempleo es EE.UU., y España ocupa el segundo lugar de los países denominados “avanzados”.
Ante esta situación parece incuestionable la necesidad de aumentar el crecimiento. ¿Lo es?
Es importante el crecimiento, destacó Tortosa, “para resolver el problema del empleo, desde luego, y también si queremos resolver el problema de la alimentación, si no cambiamos de modelo. Con el modelo actual no hay alternativa, porque el problema no es de producción sino de distribución”. “Pero hace falta decrecer para resolver el problema medioambiental. El planeta es finito, y la huella ecológica es real, se calcule como se calcule”.
“Pero también podríamos pensar en decrecer para solucionar el desempleo y la alimentación a través de la repartición del trabajo y la reducción del consumo. Ese es el dilema. La respuesta convencional ha sido más crecimiento, porque vemos la crisis como decrecimiento, recesión: decrecimiento del empleo, lo que conlleva decrecimiento de inclusión social, y de otras necesidades básicas como el bienestar, la libertad, la seguridad, etc.”
Una conclusión es clara: sólo con crecimiento no se resuelven estos problemas. El decrecimiento se plantea como una alternativa, según Tortosa, “sin poder de decisión”, pero que puede ayudarnos a pensar y reflexionar sobre otros modelos posibles alternativos a la reduccionista visión dominante.
Hemos inventado el marketing verde, como una forma de seguir creciendo sin cambiar nada; la búsqueda del beneficio con dependencia a través de los transgénicos; la comercialización de la lucha contra el cambio climático; ocultado la existencia de los límites del desarrollo; seguimos considerando, al fin y al cabo, el medio ambiente como una “externalidad” en términos económicos.
Sin embargo, las culturas que han sido sostenibles se las ha tachado de atrasadas e ineficaces “ecologismo de los pobres”, y el problemas principal es, según Tortosa, “que es un paradigma alternativo sumamente interesante, pero no hay una práctica observable, ejemplos de éxito”. El ponente nombró dos casos interesantes: Sarvodaya Sramadana, en Sri Lanka, y Nyerere, Ujamaa, pero que desgraciadamente a día de hoy han desaparecido. En Salinas de Guaranda, Ecuador, existe también otro proyecto local actual, pero sería muy difícil, por no decir improbable, poder exportarlo a todo Ecuador”.
El planteamiento del decrecimiento tiene bastantes obstáculos:
“Las características del problema mismo son demasiado complicadas para mentes tan primitivas como la nuestra”, sentenció Tortosa, “hay otras posibilidades, no es impensable, aunque no sea probable, una economía basada en el beneficio mutuo, una política fundada en la colaboración una cultura orientada la intercambio de culturas, y un sistema militar que no amenace a nadie”.
Estamos no en una época de cambios sino realmente en un cambio de época, en un sistema muy alejado del equilibrio y con fuertes fluctuaciones, es decir, impredecible. Pero la gran ventaja que tiene un sistema así es que es más fácil actuar sobre él que en momentos de estabilidad, “por lo que la responsabilidad ética de cada cual es ahora más clara que nunca, porque la decisión de cada uno ahora puede tener efectos sobre el sistema que antes no tendría”.
Bibliografía recomendada:
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Estoy de acuerdo contigo, Laura, que el nombre "tira para atrás". Quizá deberiamos hablar de otros modelos económicos, un crecimiento sostenible, o los límites del crecimiento. sin embargo, más allá de los nombres, la urgencia es, como comenta Francisco (o Paco :-), no sé como te suelen llamar), estudiar alternativas viables que eviten la catástrofe a la que estamos abocados con el actual modelo, más allá de que es radicalmente injusto con la mitad de la población del mundo.
Muy interesante el seminario de Mujeres Grandes que comentas. Algo había oído, pero buscaré la información y le daremos difusión a través del Boletín de Noticias de esta semana, la web y los foros que tenemos abiertos, a ver si podemos asistir y seguir debatiendo el tema.
Un saludo a los dos y feliz mañana de martes!
No recuerdo si estuviste en la conferencia de Tortosa, creo que sí, pero él hizo mucho hincapié precisamente en eso, en la construcción social tan fuertemente arraigada del crecimiento que hace imposible una alternativa al modelo, no por falta de viabilidad (aunque tiene sus problemas), sino por falta de voluntad, y quizá por ese miedo a asociar "de-crecimiento" con marcha atrás, con retaso, con involución. Creo que desde el sentido común nadie piensa férreamente en una vuelta a la edad de piedra. Pero algo habrá que hacer si, como dice Tortosa, queremos perpetuar la especie humana, que es la que está realmente en peligro! No el planeta, no.
Me encantaría saber tu opinión como economista, y si piensas como José Mª que no va a haber "probabilidad" de ningún cambio significativo en este sentido.
Y gracias por tu aportación al foro! Bienvenido de nuevo.
Estoy en ello...como te comenté estoy en medio de la lectura. Algunas cosas muy interesantes que dice Guy Aznar al respecto tienen que ver con ampliar los modelos de trabajo. Flexibilizar las formas: jornadas intensivas, parciales, semanas laborales de 4 días, jornadas especiales para madres y padres, etc. Con libertad para que quien quiera pueda trabajar más y quien quiera menos, pero con oportunidades para todos, no una sociedad dual donde unos trabajan y otros no, que es lo que tenemos en la actualidad.
Otra cuestión que me parece fundamental es precisamente que con este modelo, donde las horas de trabajo son menos, las personas tienen más tiempo para el ocio, la educación, las relaciones afectivas, el voluntariado, etc. Guy Aznar habla de una reorganización en los tiempos para la vida: economía plural y solidaria, tercer sectro, ciudadanía activa. Aznar habla de una eespecie de "sueldo social" que vendría de esta actividad, y que complementaria al sueldo básico económico. A mi modo de ver lo fundamental de esta perspectiva es entender que el trabajo no sólo nos da un sueldo básico para vivir, ya que esto se puede conseguir de otros modos, por ejemplo con una renta básica de ciudadanía. Para Aznar, lo más importante del derecho al trabajo es que permite la integración social.
Por otro lado hace especial hincapié en el hecho de que hemos aumentado considerablemente la productividad, la rentabilidad de los procesos productivos, lo que es posible obtener con menos horas de trabajo, y sin embargo esto no se ha traducido en ningún cambio en las jornadas laborales. Este es un argumento muy potente que le llevará a decir que trabajar menos no debe implicar cobrar menos sueldo, como parece obvio, porque la proporción actual entre hora de trabajo y productividad es mucho mayor que la de hace algunos años, lo cual debería permitir cobrar los mismos sueldos con menos horas dedicadas, pero con una productividad mayor gracias a los avances tecnológicos.
Interesante el libro que recomiendas Carmen, le echaré un ojo en cuanto pueda.
Trabajar como otra forma más de relacionarse con nuestro entorno, con los que nos rodean. Una forma más de interactuar y participar activamente en la mejora de nuestra sociedad. Totalmente de acuerdo.
Pero ante tal planteamiento, surgen cuestiones como ¿Qué hacemos con el incorformista? Ese tipo de personas que desean un status superior, y la generosidad que implica la repartición no les satisface.
No sé si Guy Aznar responderá también a este tipo de cuestión.
Otra reflexión a la que llego relacionado con tu comentario es, la relación entre trabajo y educación. Las personas como tales, tenemos un papel educador adherido a nuestra condición de seres humanos. Tenemos un potencial de sabiduría interior enorme, que debería sacar a flote y ponerlo en práctica a través de la educación de nuestros semejantes. Por lo tanto, todos somos educadores, sólo por el hecho de ser humanos. Al igual que todos tenemos derecho a un trabajo, a una participación en el ámbito social. Pues al final todo va relacionado, el que trabaja, participa y también es una forma de educar. El que educa, también trabaja, pues ejerce su derecho a ser persona, y utiliza sus conocimientos para una mejora del conjunto de la sociedad.
¿Qué opinan los educadores?
Hola Laura:
Gracias por tu reflexión. Sin duda la educación es fundamental. No sé si lo recojo en el artículo pero una de las cosas que más me impacto de la conferencia de Tortosa fue la idea de que todo lo que planteó es "posible, pero poco probable que se realice", poco probable por falta de voluntad de los gobiernos, de las empresas, y de las personas con más poder y dinero que pueden cambiar las cosas. La cuestión es qué mundo queremos y cómo queremos distribuir lo que tenemos: riquezas, productos, alimentos, hasta trabajo. Or recomiendo un libro que estoy trabajando de Guy Aznar, "Trabajar menos para trabajar todos", que recoje también esta idea del decrecimiento, y enfatiza la necesidad de repartir el trabajo no sólo por una cuestión económica, sino por el trabajo como algo que dignifica, que permite al hombre vivir en sociedad, como un derecho para todos difícil de sostener con el modelo actual (bueno, no tan actual porque el libro es de los años 90!, y nada ha cambiado) Escribiré un post más detallado sobre el tema.
Pero volviendo a la cuestión que planteabas, la educación para cambiar conciencias es la base...Tenemos muchos profesores en el foro, que opinan al respecto?
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