EL MUNDO COMO BASURERO y el MITO DEL BAJO COSTE.

[Benito José Gómez Redondo]

     La realidad está ahí para ser nombrada y casi me dan ganas de poner con mayúsculas un grito: no creo que exista en cualquier actividad humana el bajo coste, es, al final del proceso, un coste repercutido desde la irresponsabilidad global sobre los países más deprimidos y sobre los más débiles dentro de los países. 

     El conflicto es muy rentable en términos económicos, es la gran aporía, la dificultad lógica de seguir con argumentos éticos el interés económico, y además es un fenómeno permeable en multitud de esferas, a veces incluso el propio negocio se construye sobre un conflicto. 

      Ni la paz mundial, ni la paz social, ni la paz laboral, en términos de negocio pueden ser a priori un buen negocio, si total, si sólo mueren personas, si sólo se destruyen vidas, si sólo se despiden no cualificados,        si el cáncer lo coge el intocable en la India...he aquí la duda, la dura ironía, el resto personal, el coste ético supone pequeñas tragedias, pero también la vida, la del imputado inocente, la del ejecutado con o sin metáforas. Y además, salir de las crisis reducidas a escala, con crecimiento industrial, productivo, ¿bajo coste? el bajo coste no existe, revierte en el vertedero terráqueo.

      Que la Armonía en términos absolutos, lo es más, es presunción del sentido común de la mayor parte del planeta y también motivos para el giro ético, principal idea y horizonte en este proyecto, que es parte de una sinergia latente e intuida, de la acción de miles de personas que se implican en instituciones o que rehúyen del mundo hacia la ética de la penuria, del jersey de lana y la bicicleta, el ecologismo o la huerta propia en Extremadura. 

     Producir sin tirar los escombros en el campo, sin bombas de racimo, guardar y ahorrar beneficios en las empresas para las vacas flacas, nos acerca al ideal, no a la utopía, la utopía es pensar que el planeta puede sostenerse con el actual ritmo de actividad. El anhelado pacifismo, si el estado de Israel tirase mañana sus tanques al mar, en un acto de confianza sin precedentes, ¿cuánto duraría la degollina? dos, tres días...y aun así queremos la paz, la deseamos, la paz perpetua y, además, rentable ¿quién se atreve con este buen negocio? ¿no será por falta de recursos humanos, por falta de incentivos? por falta interés, quizá.

el Beni, poeta y humanista, en LA EDAD DE LA ÉTICA.