Hablar de la relación ente empresa y derechos humanos no es nada nuevo, pero es verdad que últimamente se ha puesto encima de la mesa con mucha insistencia. El trabajo de expertos en la materia, la exigencia por parte de la Comisión Europea de que los países miembros tengan un plan nacional sobre esta materia, el impulso de Naciones Unidas, etc., parece que están dando algo de fruto. Este tema, precisamente, se abordará en la sesión de noviembre del XXIII Seminario Permanente de la Fundación ÉTNOR (ética de la empresa y las organizaciones - www.etnor.org).
Al hilo de este asunto, recientemente se presentó el Plan de Sostenibilidad Corporativa de Repsol, con presencia de su Presidente para dejar claro el empaque que se le quería dar a este acto. Y para dar una conferencia magistral eligieron, de entre todos los posibles, a uno de los máximos referentes hoy en día sobre esta materia: el profesor John Ruggie, autor del libro Just Business. Multinational Corporations and Human Rights y Profesor de Derechos Humanos y Asuntos Internacionales de la Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard.
Como anécdota decir que el acto empezó con un vídeo, muy oportuno por cierto, de evacuación del salón de actos en caso de emergencia. Curioso cuando se trata de hablar de derechos humanos. Me pregunto también si un vídeo como éste se les mostrará a todos esos trabajadores que fabrican nuestra ropa, nuestros móviles y un sin fin más de cosas que utilizamos en nuestro día a día en países de Asia o África.
Sobre este tema de los derechos humanos siempre me han cabreado frases del tipo "tenemos que buscar un equilibrio" o "hay que dar cabida a la empresa en los derechos humanos". En relación a la primera frase, cabría decir que si precisamente por algo se caracterizan los derechos humanos es por no tener que equilibrarse con nada, pues sólo cabe una opción: respetarlos. Otra cosa es buscar las estrategias y las herramientas oportunas para incorporarlos a la vida cotidiana de personas y empresas de la mejor manera posible. En cuanto a la segunda, quiero entender que lo que quieren decir es que vamos a poner el foco en la relación especial que las empresas globales actuales tienen con los derechos humanos, pues cabida ya tenían y afectarles ya les afectaban. Cuestión diferente es que, tal y como se planteaba, en el caso de las empresas éstas tendrán que responderse a la pregunta acerca de cómo saber que están cumpliendo con los derechos humanos, pues a veces no es algo tan evidente o, al menos, complejo de interpretar. Del mismo modo que tendrán que hacer esfuerzos por demostrar que, efectivamente, se están respetando los derechos humanos, cuestión que les llevará a desarrollar procesos protocolos e indicadores concretos sobre este asunto. Sobre esta cuestión insistió Ruggie en su conferencia.
Planteó el ponente el tema de los derechos humanos, en su relación con la empresa, como la nueva ola de la globalización. Ya sabemos que hay cosas que se han incorporado tarde a la globalización, algunas directamente ni se han incorporado, pero habría que decir que algunos asuntos como el tema de los derechos humanos indecentemente tarde. En ese sentido, quizá pueda explicar esto una de las frases inteligentes que nos dejó John Ruggie: "tenemos muchos pasajeros en el mundo, así que necesitamos buenos conductores". Quizá no hemos tenido esos buenos conductores que necesitábamos, así que habrá que ponerse en serio también con esta tarea.
Cosa diferente a dar cabida a las empresas en los derechos humanos es, tal y como se planteó en el acto que menciono, integrar los derechos humanos en la conducta corporativa, aunque también es cierto que podríamos preguntarnos cómo vamos a dejar que la conducta corporativa no integre los derechos humanos.
En la conferencia magistral del profesor Ruggie, éste hizo un repaso por las diferentes respuestas que se han ido planteando en relación al tema que nos ocupa:
Tal y como él planteó, Naciones Unidas para llegar a construir esta propuesta tuvo que conjugar, y tiene que seguir haciéndolo, tres ámbitos diferentes:
Precisamente como respuesta a esta conjugación de intereses, la ONU propuso su estrategia basada en la idea mencionada anteriormente de "proteger, respetar y remediar", en la que caben tanto gobiernos, como empresas y organizaciones cívicas.
Retomando lo que decía al principio y para responder, desde una perspectiva no sólo ética sino al mismo tiempo estratégica, a la cuestión de por qué deben las empresas asumir esta filosofía podríamos referirnos a cuatro aspectos clave que tienen que ver con riesgos que la empresa debe gestionar:
Las empresas globales, además de necesitar las correspondientes licencias legales para poner en marcha su actividad, necesitan lo que se conoce como "licencia social". Es decir, la sociedad ha de querer facilitar la presencia de una empresa en su entorno.
Esto se traduce, desde el punto de vista económico, en los denominados costes operacionales, que no se generan sólo por las cuestiones logísticas, sino que también tienen que ver, de manera clara y directa, con los costes ligados a las relaciones con los stakeholders.
Como ejemplo, que le pregunten a las empresas extractoras cuánto les cuesta, en dinero y tiempo, tener una mala relación con las comunidades indígenas o con la sociedad que rodea a la planta extractora de turno.
2. Riesgos de inversión
Si bien es cierto que sigue sin ser un criterio clave para acceder a inversiones de capital, cada vez son más los accionistas que incorporan estas cuestiones relacionadas con los derechos humanos como un elemento a tener en cuenta, además de la rentabilidad. En ocasiones por coherencia con sus propios valores o simplemente porque los problemas que se derivan de no incorporar una gestión de los derechos humanos acaban repercutiendo de manera clara y considerable en la reputación de la empresa. Y esto sí que sabemos que acaba llegando a la cuenta de resultados y, por tanto, acaba también cotizando.
3. Riesgos legales extraterritoriales
Es importante tener en cuenta los riesgos legales extraterritoriales, pues de vez en cuando algunos gobiernos deciden que pueden regular, y por tanto castigar, el mal comportamiento de sus empresas fuera de su propio territorio.
4. Riesgos de mercado
Para explicar este último riesgo, tomaré como ejemplo el último desgraciado accidente que ocurrió en Bangladesh y saltó a los medios de comunicación. Finalmente, y no sin presiones de diferentes organismos y entidades cívicas, unas 70 empresas firmaron un Acuerdo sobre Fuego y Seguridad en Edificios, negociado con el gobierno de Bangladesh, para evitar futuros accidentes en fábricas de confección textil.
Más allá de ver de verdad si se cumple o no, lo que si que es evidente es que las empresas que no lo han firmado y no han tenido esa capacidad de respuesta han perdido una ventaja competitiva en el mercado.
En definitiva, las empresas adheridas han añadido una característica más a sus productos y su marca y eso, aunque quizá sea un poco soñar, les posiciona mejor frente a los clientes y el mercado en su conjunto y transmite la idea de una apuesta por un futuro más sostenible para todos en el largo plazo.
Esto en lo que respecta a los riesgos, pero es necesario tener en cuenta que si las empresas, además de incorporar la gestión de estos riesgos no se comprometen desde una perspectiva ética con el respeto de los derechos humanos, simplemente todo lo que hagan no tendrá credibilidad.
Éste es un ejemplo más en el que la unión de compromiso ético y estrategia funciona a la perfección, así que no perdamos la oportunidad.
Con esta idea acabó la presentación de los planes de sostenibilidad de Repsol por parte de su Presidente Antoni Brufau: "la responsabilidad social de la empresa no se opone a la rentabilidad, sino que es la clave del éxito de la empresa a largo plazo". Pero no se es responsable o ético por hacer planes de sostenibilidad o definir unos valores, sino por actuar y tomar decisiones aplicándolos.
Roberto Ballester
Gerente Fundación ÉTNOR
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