En estos tres días que han transcurrido desde la convocatoria de huelga general todos nos hemos visto, con seguridad, inmersos en debates inprovisados sobre la huelga general en los que se ha planteado su oportunidad, su éxito o fracaso y también la pregunta por el día de después. Uno de estos corrillos de bar, en el que se hablaba del distanciamiento entre el mundo sindical y el laboral, de la falta de movilización éntre los empleados públicos, y otra serie de cuestiones relativas a la huelga, me llevó a realizar alguna serie de reflexiones que quiero compartir con vosotros y vosotras. En primer lugar, pensé que la Huelga General del pasado 29s adolecía de una excesiva neutralidad política, quizá necesaria para alguno de los convocantes, pero la realidad fue que los líderes sindicales se preocuparon sobremanera en dejar claro que no se estaba cuestionando el gobierno de la nación sino sus políticas; como si fuera posible lo uno sin lo otro. La consecuencia fue una excesiva laboralización de la Huelga General centrada, casi exclusivamente, en la Reforma Laboral. Esta despolitización no ayudó a movilizar a unos trabajadores al servicio de la administración pública, cada vez más dependientes políticamente, ni tampoco, a las clases intelectuales del país, conectadas más con planteamientos de largo alcance: con cambios en las formas de producción, cambios en las formas de energía, cambios en el modelo social, cambios en los mercados financieros, etc. En segundo lugar pensé, que quizá la laboralización de la Huelga General, no era sino el resultado de un cambio que se ha ido operando en las organizaciones sindicales para adaptarse a cierto tipo de nueva ciudadanía cosmopolita, que se caracteriza por la defensa de lo íntimo frente a la participación en lo público, la defensa de intereses corporativos frente a intereses de clase y una ética utilitarista. Con esto se pone de manifiesto lo errados que están aquellos críticos del movimiento sindical que exigen cambios en sus organizaciones; quizá los cambios ya se hayan producido y el movimiento sindical haya renunciado ya a los fines sociopolíticos que inspiraron su nacimiento.
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