Una vez realizado un Código Ético… ¿Lo tengo que comunicar? Meecccccc. Error. Mal empezamos. Todo el planteamiento desde el inicio es en sí mismo erróneo, y veremos porqué. La naturaleza propia del Código Ético lo pone en evidencia, pero no se asuste, amigo/a empresario/a. Es una duda muy común cuando una empresa u organización se plantea la realización de un Código Ético.
Cómo recogíamos en la primera parte de este artículo, Códigos éticos ¿Proceso o resultado?, un Código Ético además de ser un “documento corporativo que define los valores y las normas morales por las que se debe regir la organización”, es “una declaración de la apuesta ética de la empresa, de su posición ante los grupos de interés y de las obligaciones y compromisos que piensa adquirir”, y por ello es también “un documento escrito que facilita la comunicación de la cultura de la empresa con el objetivo de generar confianza, credibilidad y construir una buena reputación corporativa”.
Desde la propia estructura y concepción del Código Ético es, o mejor dicho, debe ser en sí mismo un proceso participativo y abierto, y cuya comunicación debe cuidarse al máximo desde el principio al final del proceso, haciendo especial hincapié en que los públicos internos estén al día del todo el proceso y lo más importante y complicado, se sientan parte del mismo. De ello va a depender en gran parte el éxito del mismo, porque un Código Ético con el que gran parte de los grupos de interés no se sientan identificados, o como me gusta más decir, no se sientan “inspirados” por el mismo, difícilmente va a ser un Código Ético resultante para la organización.
En este sentido, y porque siempre es más ilustrativo verlo con un ejemplo, la ONCE ha completado recientemente un proceso completo, complejo y a mi modo de ver bastante satisfactorio de realización de Código Ético para toda la entidad. En primer lugar, ha sido un proceso largo, pausado y meditado que se ha llevado a cabo en diferentes etapas. En enero de 2005 se realizó la primera etapa del Código, empezando por la dirección, la ONCE encargó a la Fundación ÉTNOR la realización de un Código Ético para sus directivos. Era la primera vez que se formulaban los 11 valores de la entidad.
Tras unos meses de implantación, en octubre de ese mismo año el Código se amplía a Directivos, Mandos intermedios y Responsables de Gestión sin rango directivo. Los valores son los mismos, pero los compromisos derivados de cada valor y la manera de implementarlos y llevarlos a la acción se adaptan a cada grupo de interés.
En 2011 se toma la importante decisión de que es el momento de ampliar el alcance del Código a toda la organización. Una decisión de gran importancia por la complejidad que entraña ampliar el proceso a una organización de las dimensiones de la ONCE.
En las tres etapas de su realización, se realizó un análisis en profundidad de la cultura de la organización, entrevistas y dinámicas de grupo con muestras representativas de cada grupo de interés. Toda la información resultante dio tras el proceso de realización el Código Ético, un código consensuado, refrendando por la organización, y dado a conocer a todos los grupos de interés de dentro a fuera.
Muy resumidamente algunas de las claves de la buena comunicación que la ONCE ha hecho de este Código y que son válidas para cualquier organización han sido:
En el caso de la ONCE toda esta información está recogida en un espacio propio dentro de la web que mucho más allá de contener sólo el documento final, es muestra del compromiso de la organización con estos 11 valores, con su difusión y lo que es más importante, con su comprensión.
En resumen, para que la realización de un código ético sea un éxito es necesario aplicar el sentido común y tener en cuenta para mí lo que debe ser una máxima siempre en responsabilidad social:comunicación y responsabilidad son las dos caras de la misma moneda.
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