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Artículo de José Mª Tortosa: "Inmigrantes ilegales"

Reproducimos el artículo de José Mª Tortosa que comentó ayer en el Seminario ÉTNOR y la contestación de uno de los lectores.

Inmigrantes ilegales, Diario Información, 5 de mayo de 2010.

En el estado de Arizona, el 30 por ciento de sus habitantes se identifica como “hispano” en un censo que te da la opción también de identificarte como “blanco”. En ese mismo Estado, la recientemente aprobada ley 1070 permite que la policía aborde a cualquier sospechoso de ser inmigrante ilegal (principalmente mexicano, que es el país limítrofe) y, si lo encuentra como tal, denunciarle como delincuente. Las protestas, dentro y fuera del Estado y del país, no se han hecho esperar ya que el tufillo racista es innegable: la policía abordará a los que “físicamente” reconozca como “hispanos” (morenos, no negros)

Soy usuario frecuente de la estación de tren de Alicante, a la que accedo siempre con mucho tiempo de antelación respecto al tren que voy a tomar. Paseo, visito el bar, compro los periódicos y, deformación profesional, observo lo que me rodea. Y entre lo que me rodea están los policías (de uniforme o de paisano) que también encuentro cuando regreso y les veo mirando las caras y atuendos de los que llegan conmigo. Nunca me han pedido la documentación, pero sí he visto que se la pidieran a quienes pueden clasificarse como “hispanos” y, sobre todo, como “moros” (magrebíes). Supongo que no es porque sospechan, por su apariencia, que se trate de delincuentes, sino porque creen que podrían ser inmigrantes ilegales. Prefiero a los “gringos”: allí hay quien protesta por dichas prácticas mientras que aquí las vemos como “normales”.
Curioso concepto, el de inmigrante, que no se aplica a los europeos que vienen a vivir y trabajar a España (sí se aplica a los europeos comunitarios de antiguos países del Este). En realidad, damos por supuesto, cuando hablamos de inmigrante, que estamos hablando de “clase baja”, de forma que unimos al racismo (hay razas superiores, la nuestra) un clasismo más o menos larvado (hay clases inferiores, la suya).
Hace muchos años Perich dibujó, creo que en “La Vanguardia”, a un personaje al que su mujer intentaba contener en su intento de abalanzarse contra una persona de tez oscura, al grito de “¡es que venís a quitarnos el pan a los charnegos!” (Charnego es el mal nombre con que algunos catalanes han insultado a los no-catalanes pertenecientes a la “clase baja”, como sudaca lo es para los latinoamericanos o moro para los árabes siempre que sean de clase baja; si no, son de los nuestros).
Es la lógica de Arizona: los inmigrantes ilegales son contratados por las empresas locales “reventando” los salarios. No son los inmigrantes los que rebajan los salarios sino los empresarios locales que cumplen con las reglas del sistema –comprar barato, vender caro-. Pero los restantes trabajadores no ven lo que hay de clase social en el problema y sí ven lo “étnico” y quedan atrapados en ello. Ya que están frustrados por una crisis que se estabiliza (es decir, que no mejora), dirigen su agresividad hacia el objeto más cercano, visible y débil: los totalmente desprotegidos, algunos convertidos en delincuentes.
Y los políticos encuentran ahí un interesante filón electoral. Por ejemplo, Berlusconi afirmó hace un par de meses que una disminución de inmigrantes ilegales "significa una reducción de las fuerzas que van a engrosar las filas de las organizaciones criminales". Como “sabemos” por destacados miembros de los ayuntamientos catalanes de El Vendrell, Vic y Llavaneres (por citar lo que ahora dibujaría el Perich), los inmigrantes en general y los rumanos en particular son delincuentes. Todos. Que ya es generalizar. Así que tenemos un excelente objeto sobre el que proyectar nuestras tendencias racistas... que no son tales sino tendencias agresivas que ocultan el clasismo: entre los inmigrantes, por supuesto, no están incluidos todos los nacidos fuera de España (o de Cataluña) que han ido a residir al municipio. Algunos serán, simplemente, extranjeros. Otros serán residentes. Algunos, incluso, forasteros. Pero lo de inmigrantes sólo se refiere a la clase baja, de ahí lo engañosas que son las estadísticas con las que periódicamente somos “informados”.
Es increíble el uso de la expresión “inmigrantes de segunda generación” (incluso tercera), dejando bien claro de qué se trata: si eres inmigrante, aunque tus hijos y nietos nazcan aquí, seguirán siendo inmigrantes. Bueno, pues si es así, todos somos inmigrantes. Los Padres Fundadores de los Estados Unidos, los peregrinos del Mayflower, eran inmigrantes ilegales, por lo menos desde el punto de vista de los indios conquistados, masacrados y enviados a las reservas. Y si nos remontamos a más generaciones, nuestros antepasados llegaron en un determinado momento de la historia. El resto, montaje.
( Información -Alicante-)

Vergüenza por el racismo español

Después de publicar el artículo que reproducía ayer recibí el siguiente e-mail que trascribo con ligeras modificaciones para garantizar el anonimato del remitente. Me produce una profunda vergüenza saber que comparto pasaporte con gente como la que describe mi amigo:
Estimado Señor Tortosa:
Leí, con bastante interés, un artículo suyo llamado INMIGRANTES ILEGALES y le quería hacer unos comentarios (perdone si me extiendo).
Llevo, afortunadamente, casado veinte años con una mujer de (un país latinoamericano).
Cuando empezamos a salir como novios, de eso hace ya veintitrés años, al salir de paseo nos miraban como a bichos raros ya que en esa época era extraño ver la mezcla que hoy, afortunadamente, existe.
Lo llevábamos bastante mal y en mas de una ocasión nos volviamos al curioso a preguntarle si teníamos monos en la cara.
Por que le cuento esto. Muy simple. Vamos hacía atrás. En esos años era raro y quizás por eso no existía el racismo que hay ahora. Un racismo que cada día es mayor y que lo están pagando los hijos de parejas como la mía.
Mi hijo tiene dieciocho años y nació en (una localidad madrileña). Vivimos en (esa localidad), donde por cierto está el mayor grupo de España de Cabezas Rapadas.
Cuando sale de paseo raro es el día en que no le pide, la policía, dos o tres veces la documentación. No sólo se la piden si no que además le registran introduciendo la mano dentro de los pantalones y tocándole los genitales.
Cuando va en una grupo donde van latinos y españoles solo les piden la documentación a los latinos. Esto es a diario.
Han llegado a hacer sentir, a mi hijo, sentirse extranjero en su País.
Hay otra cosa mas sangrante. El racismo o discriminación la lleva sufriendo desde que empezó en la escuela con tres años. A los cuatro le llamaron Puto Negro.
A mi hija de nueve años ayer, en la escuela, una compañera de clase la increpó diciendola "¿por que no te vuleves a tu País?".
Vamos a peor.
El racismo es mas por color que por nacionalidad. Fijese en las cajeras de los supermercados. Son latinas pero no de raza negra.
Hemos llegado a discriminar por el color. El colmo.
Desde que mi hijo nació, y le repito que nació en España, llevamos puestos los guantes de pelea por que esto es contínuo.
Muchas gracias por su artículo.
N.N.N. (yo he tachado el nombre, JMT), marido y padre orgulloso.
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