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Antoni Gutiérrez-Rubí: “No podemos hablar de neurociencias sin tener un gran fundamento ético”

Antoni Gutiérrez-Rubí, asesor de comunicación y consultor político, analizó ayer en el Seminario ÉTNOR de Ética Económica y Empresarial en Valencia las implicaciones éticas de los avances en la investigación y algunos descubrimientos en torno al cerebro. El ponente empezó alertando de la enorme confusión de la opinión pública sobre cuestiones tan actuales como la neurociencia, el neuromárketing, la neuropolítica, y todo lo relativo a las neurociencias. Una confusión, anotó, “que forma parte del mismo desconocimiento que tenemos sobre cómo funciona nuestro cerebro”.

Para Antoni lo más importante es no perder la perspectiva ética, fundamental en todas las disciplinas, pero más en las relativas al cerebro. “No podemos hablar de neurociencias sin tener un gran fundamento ético”, sentenció. Gutiérrez-Rubí presentó el caso de Rafael Yuste, científico español escogido por Barack Obama para llevar a cabo una gran investigación sobre el cerebro con 100 millones de dólares de presupuesto para los próximos quince años. Yuste ha puesto para llevar a cabo dicha empresa dos requisitos fundamentales: el primero, tener la tecnología necesaria a su servicio, que no es fácil, y el segundo e igual de importante, que todo pase por una comisión ética y legal que será fundamental para dar los siguientes pasos.

En cuanto a los avances sobre el conocimiento del cerebro, Gutiérrez-Rubí destacó varias ideas. Entre ellas una curiosa: la peligrosidad del cerebro perezoso. Una pereza en la que podemos caer por las facilidades que las tecnologías nos ofrecen, pero que podemos también combatir. “La tecnología no nos vuelve tontos, pero dependerá de la actitud que tengamos respecto a los caminos fáciles, a escoger lo cómodo, lo previsible. Hay que empezar a alejarse de esos entornos que nos envuelven en un líquido amniótico como garantía de la libertad y la independencia”. Porque “si dejamos de escoger dejaremos de tener libertad, y si dejamos de tener libertad dejaremos de pensar, de tener discernimiento”.

Frente a ello, Gutiérrez-Rubí propone “una dieta informativa y relacional”. En primer lugar, una dieta informativa: Conocer  y leer cosas nuevas. Cambiar las rutinas. Y trabajar la vida interior, más introspección. “Un buen camino para dar masaje a nuestro cerebro”.

Y en segundo lugar, una dieta relacional: para evitar la redundancia, largas conversaciones. “La conversación te obliga a pensar ideas nuevas que permiten romper esa rutina y generar entornos no redundantes”. Y para mantener estimulado el cerebro riqueza emocional: “Una vida emocional intensa por experiencias, por conciencia social, por aproximación a los otros, es una garantía para el estimulo del cerebro y para el estímulo del pensamiento. Una vida emocional intensa es una nueva garantía para el estimulo del cerebro y para el pensamiento”.

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